Gijón, Óscar G. CUERVO

Raimundo Amador (Sevilla, 1959). La diferencia que define a este cantaor andaluz del resto de su estirpe radica en que no es un cantante de flamenco al uso. Su estilo fusiona con gran maestría diversas clases de música, que van desde el jazz, el rock, la psicodelia al flamenco más clásico y puro. Y con este estilo ha llegado a Gijón, donde actuó ayer, dentro del programa de la «Semana negra».

Sus grandes influencias van desde leyendas como Jimmy Hendrix o Eric Clapton pasando por maestros de la cuerda española como Paco de Lucía, del son cubano como Compay Segundo o del cante como Camarón de la Isla. A pesar de todo, a Raimundo Amador todavía le sale una sonrisa cuando recuerda sus orígenes, hablando de su padre y de su tío, quienes lo iniciaron en el mundo de la música, o de su guitarra «Gerundina», que la conserva en perfecto estado, «aunque con alguna "rajilla"».

-¿Por qué decidió fusionar el cante flamenco con tantos estilos de música?

-Se debe a la música que escucho, escucho demasiados y diferentes tipos de música, por eso tengo muchísimas influencias. Estos géneros van desde Hendrix, Eric Clapton, Compay Segundo o géneros como la bossa nova, la música hindú y africana... Eso no quiere decir que copie lo que más me gusta, sino que cuando me pongo a componer salen cosas que pueden tener influencias de toda esa cantidad de música que escucho.

-¿En la variedad está el gusto?

-Por supuesto. Aunque mi estilo se asemeja más al flamenco, no podría pasarme el día entero escuchando este tipo de música. Hay que variar para conocer cosas.

-Conoció a artistas de la talla de Camarón o Paco de Lucía. ¿Cuál de todos ellos ha sido su mejor maestro?

-Mis mejores maestros han sido mi padre y mi tío. A Camarón y Paco de Lucía los considero dioses del flamenco, ya sea del cante o de la guitarra española. Luego también tengo alguna influencia del Niño Ricardo, aunque, para mí, los grandes son Camarón y Paco -de Lucía-. Ésos son los dioses, los demás son más bien apóstoles (risas).

-¿Qué opina de la «Semana negra»?

-Pues que está genial. Es un festival «de pata negra» (risas). Me parece una iniciativa muy interesante, que fusiona todo tipo de culturas. Deberían desarrollarse más iniciativas como ésta.

-¿Qué opina de las nuevas figuras del flamenco?

-Hay de todo un poco. Más malo que bueno, la verdad. Tengo que reconocer que, en cuanto a flamenco puro, los cantantes que están saliendo ahora mismo son bastante buenos, pero en temas de fusión está bastante mísero. Tienen que currárselo un poco más.

-¿Tuvo muchas críticas de los sectores más conservadores por la fusión que hizo?

-Las tuve, pero las he superado. Lo que más me dolía es que mi padre no reconociese mi trabajo. Era un seguidor del flamenco más clásico, pero terminé ganándomelo, y se convirtió en uno de mis más fieles seguidores. Supuso una grandísima alegría que mi padre, que también fue mi maestro, se reconociera como un fan mío.

-¿Cómo se encuentra su guitarra, la «Gerundina»?

-(Risas). Pues muy bien, con alguna "rajilla", pero bien. Parece mentira que se conserve así después de 32 años. No está para los trotes a los que la sometía, pero ahí está. Le tengo un cariño terrible por todas las cosas que nos ha dado. Es una guitarra maravillosa.

«Mis influencias se deben a la cantidad de música que escucho; en la variedad está el gusto»

«Fue una grandísima alegría que mi padre reconociera mi trabajo y mi carrera musical»