Gijón, Elías GALLEGO

Siete niñas, entre los 6 y los 10 años, patinaron ayer por primera vez «sobre hielo» en Gijón. Lo curioso y sorprendente es dónde y cómo lo hicieron. La pista donde practicaron este deporte estaba situada frente al mar, al lado de la playa de Poniente, y lo que en ella había no era hielo, sino polietileno. Este material es capaz de proporcionar condiciones de patinaje muy parecidas a las que ofrece el hielo, pero con la ventaja de que es infinitamente más ecológico, ya que no necesita ser refrigerado. De esta manera se ahorra una gran cantidad de energía.

Stephanie Herrero es la monitora encargada de impartir las clases de patinaje que cada día, a las seis y a las ocho de la tarde, se ofrecen para los más pequeños en esta pista ecológica. «La edad para asistir a las clases está entre los 6 y los 14 años, pero a veces hay que hacer excepciones», comenta Herrero. Esta francesa de 30 años llegó a Gijón hace 12, y aprendió a patinar porque jugó durante varios años en un equipo de hockey sobre hielo en una localidad cercana a París. «Las botas que prestamos para las clases son exactamente las mismas que se utilizan para el hielo y, aunque el polietileno desliza un poco menos, es perfecto para aprender los movimientos más básicos de este deporte», afirmó.

Las niñas que durante la jornada de ayer acudieron a la playa de Poniente para patinar estaban entre eufóricas y algo asustadas. A algunas los nervios propios del debut les jugaron una mala pasada y hubo algún que otro tropezón, pero la gran mayoría aprendió rápido y sin apenas caídas. Clara González Quintero tiene 10 años y ayer descubrió una nueva afición. «Ya había patinado sobre ruedas, pero esto es distinto, es mucho más divertido», aseguró la joven principiante. «Mañana quiero volver a venir, me lo he pasado muy bien», agregó entusiasmada.

Por otra parte, a Melissa Loli Yorleque no se le veía tan emocionada. «Tengo un poco de miedo a resbalar y a hacerme daño, pero me ha gustado la experiencia», dijo esta peruana de tan sólo 11 años.

Tras su paso por la playa de Poniente, la pista ecológica será instalada en El Arbeyal, en Begoña y en El Coto. Esta iniciativa permanecerá en Gijón hasta el próximo 15 de diciembre.

«Ya había patinado sobre ruedas, pero esto es distinto, es mucho más divertido», explica Clara González

Gijón, E. G.

Aunque el patinaje sobre hielo es un deporte básicamente de invierno, la tecnología ha conseguido que hoy en día se pueda practicar también en verano e, incluso, al aire libre.

Los orígenes del patinaje se remontan a los tiempos en los que el hombre ataba a sus pies huesos y se deslizaba con ellos sobre el hielo y cruzaba lagos y arroyos que se congelaban en invierno. Con el tiempo, este «transporte» se convirtió en una diversión popular para todas las clases sociales. En Europa tuvo sus raíces en la aristocracia holandesa del siglo XVII. Los patinadores, buscando elegancia y belleza, empezaron a sincronizar sus pasos, sus saltos y los otros movimientos. El resultado fue una especie de ballet sobre el hielo.

Sin embargo, el patinaje, tal cual se conoce hoy en día, es fruto del empeño de un estadounidense del siglo XIX llamado Jackson Haines. Este neoyorquino dejó Estados Unidos porque su estilo no era bien visto. Una vez en Europa, consiguió popularizar completamente este deporte. Hoy, los gijoneses más pequeños tienen la oportunidad de practicar este deporte en lugares y en condiciones completamente diferentes a las de Haines, pero con los mismas fabulosas sensaciones de entonces.