Oviedo, Antonio LORCA

«Va un eunuco con una mujer y llega un abderita (de la ciudad de Abdera de la antigua Grecia) y le pregunta si la señora que va con él es su esposa. El eunuco le responde que ellos no tienen sexo. Entonces el abderita va y le responde: ah, entonces será su hija». Este chiste lo cuenta el profesor de la Universidad Complutense de Madrid Tomás de Andrés Tripero y tiene miles de años de antigüedad. Está recogido en un libro llamado «El filogeto» del siglo IV d.C., donde se recopilan chistes de la época y de siglos anteriores. Y en algunos de ellos los abderitas jugaban un papel parecido al que hoy desempeñan los leperos en los chistes actuales.

Y es el que el humor nació con el ser humano. Y Tomás de Andrés Tripero sabe mucho de ello, este profesor ha sido invitado al curso de verano que se está celebrando durante esta semana en la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo y que lleva por título «Psicología del humor y cine». Habló del cine que nos hace reír, que es una actividad muy saludable.

Pero el humor es algo más serio de lo que parece. Estos son sus gratificante efectos, según Tripero. «Es un antiestrés, cumple esa función en el cerebro. Está demostrado que ver una película de risa nos va a ayudar a dormir mucho más que la mayoría de las pastillas que podamos tomar. Además, en la cara hay cientos de músculos y la risa mueve todos ellos. No es cierto aquello que se dice de que la risa provoca arrugas, es lo contrario, porque ejercita todos los músculos faciales. Y no solo eso, también está demostrado que reír combate la oxidación de las neuronas. Desde el punto de vista de la neurociencia se ha comprobado que el cerebro va a fijarse siempre antes en un rostro sonriente, alegre que en uno que se muestre triste o cabreado».

Para Tomás de Andrés Tripero antes que tomar un sedante siempre será mucho más útil una buena dosis de alta comedia. Por ejemplo, para curar el insomnio en una semana se puede seguir el menú cinematográfico del profesor y dejar las pastillas en el cajón. Se comenzaría el lunes con «Primera Plana», de Billy Wilder. El martes se seguiría con «una comedia cualquiera» de Charles Chaplin, «todas son magníficas». El miércoles toca «Una noche en la ópera» de los hermanos Marx. El jueves, «El maquinista de la general». El viernes, algo más moderno, cine de parodia del tipo «Aterriza como puedas». Para el fin de semana, cine español, por ejemplo «Los jueves milagro», de Berlanga. El domingo, como colofón, el gran clásico, con cuya escena final da por concluidas su charlas el profesor: «Con faldas y a lo loco».

La pasión de este profesor por los grandes cómicos del cine no conoce límites. Los básicos: el Gordo y el Flaco, Harold Lloyd, Buster Keaton y los Hermanos Marx. «Hay que darse cuenta de que las películas de estos cómicos norteamericanos están tan introducidas en el imaginario popular que todo el mundo nos entiende si decimos que nuestra casa parece el camarote de los hermanos Marx».

Pero no sólo cómicos estadounidenses. Trapero también destaca la vertiente sociocultural de la comedia, «"El verdugo", de Luis García Berlanga, que a su juicio representa el cine de humor negro típico español. En el filme ve una crítica social muy dura, pero tratada «con ese humor enraizado en el casticismo español que representa Pepe Isbert». Tampoco se olvida de otros grandes clásicos como Paco Martínez Soria, «un estereotipo del hombre rural que va a la ciudad», o Tony Leblanc, «el típico chuleta madrileño». E insiste una y otra vez en «que hay que recuperar la cultura cinematográfica. «A la gente le interesa el cine, pero desconoce películas como "Con faldas y a lo loco", y es una pena».

Y en esta época de crisis, ¿las comedias ayudan? «El humor nos puede aliviar de manera momentánea, puede ayudar a levantar el estado de ánimo, pero no se puede decir que por ver una película, una persona que está en paro va a arreglar sus problemas. Lo que se es importante y, eso es algo que está utilizando mucho Obama, es crear un clima de ilusión».

«La neurociencia dice que el cerebro se fija más en un rostro sonriente», afirma el profesor Tripero

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