Gijón, Óscar G. CUERVO

El cine es una industria complicada, en la que para llegar a triunfar es casi obligatorio convertirse en autodidacta. La excepción que rompe con la regla está en Gijón, donde se celebra desde ayer y hasta el viernes la VII Edición del curso de iniciación a la práctica cinematográfica.

El guionista David Planell (Madrid, 1967) abrió el programa con la emisión de tres de sus cortos: «Ponys», «Banal» y «Subir y bajar». En ellos se muestran temáticas muy duras cargadas de emociones. «Me gusta poner a los actores entre la espada y la pared», explicó Planell, mientras justificaba los contenidos de estas tres variadas obras, que tratan asuntos como una conversación cargada de tensión entre tres amigas, la difícil relación de un padre y una hija que han visto cómo la madre se iba de casa, o la conversación de una mujer maltratada con su agresor por el telefonillo de la casa. «Me emociona como espectador de cine que soy ver un personaje en una situación difícil, tensa; así que obviamente me tiene que gustar como director», añadió.

El guionista charló animadamente sobre el séptimo arte, compartiendo vivencias, problemas y recompensas de esta profesión. «El apoyo de la gente en este tipo de proyectos es vital. A veces parece que sufres el síndrome de Estocolmo, cuanto más tiempo pasas con ellos, más quieres darles; te apetece ponerles un piso», explicó al auditorio.

Después de ver los tres cortometrajes del guionista y director madrileño, Planell comentó qué métodos seguía para realizar sus obras cinematográficas: «La importancia del cine radica en los actores y en las actrices. Es una verdad de Perogrullo, pero sin ellos resultaría imposible hacer algo», indicó, al tiempo matizaba su exigencia a los actores: «Que aprendan el guión para que cuando se grabe la película, todo salga de una forma más natural».

El cineasta también habló sobre los papeles que desempeñan las productoras dentro del mundo del cine, además de valorar los costes que acarrea la creación de un corto. «No puedes estar a todo si una productora te respalda. Es decir, si el sonido o una cámara falla, debería solucionarlo la productora», comentó. En el caso de que la producción sea independiente, «hay que rascarse un poco el bolsillo», agregó. «Siempre hay algo en lo que gastar. Es muy difícil filmar algo a coste cero, hay que pagar el equipo de sonido, el alquiler de cámaras o la posproducción», concluyó.