Alejandra MATALLANAS

El realizador asturiano José Antonio Quirós relata una experiencia inolvidable de un viaje en coche desde Asturias hasta Braila (Rumania). Tal experiencia es «Objetivo Braila», un documental del que afirma sentirse orgulloso porque «ha sido todo un reto para mí, una aventura única».

La idea

«Conocí a Manuel González, un taxista asturiano de 55 años. Me hizo algún servicio con el taxi y nos hicimos amigos», relata Quirós. Quince días antes de comenzar el viaje le contó que se iba a Braila a buscar a una mujer con la que había convivido en Oviedo durante casi tres meses. Ella tuvo que regresar a Rumania y luego nunca volvió. «Quería recorrer 8.500 kilómetros y el único dato que tenía de su paradero era el nombre de una calle de Braila. Me pareció una historia muy interesante, me llamaban la atención varios aspectos: la heroicidad del personaje, la intriga de lo que pudiera ocurrir y cómo se podía transmitir la felicidad a través de una obsesión», detalla el cineasta. El reto de Quirós era grabar dentro del coche durante el viaje, sacarle todas las posibilidades a un entorno tan reducido, al más puro estilo de una «road movie» de la América profunda. «Nos fuimos un equipo muy pequeño: sólo un ayudante de cámara, el protagonista de la historia, un amigo suyo y yo», cuenta el director.

Inicios: Asturias-Italia

«Estuvimos de viaje desde el 26 de julio al 4 de agosto. A los cuatro días quise abandonarlo todo, yo era un hombre pegado a una cámara y había momentos muy duros porque todos teníamos cierta ansiedad por llegar a Braila», advierte el realizador. Los momentos malos se compensaron en ocasiones con el humor. Viajaban en un BMW clásico, pero se quedó sin batería en Italia. «Además de los problemas del coche, nos picaron los mosquitos y nos pilló una tormenta». La primera parte del viaje es descrita por Quirós como «una comedia italiana».

Las conversaciones en el coche estaban cargadas de expectativas, de energía, había muy pocos silencios. Su amigo es cantero y fue quien diseñó la piedra de la casa donde vive el taxista, y «creía que íbamos de vacaciones. Dio mucho juego en los aspectos cómicos».

Génova- Rumania

Empezaron a aparecer los momentos negativos, las dudas de si encontrarían a la chica o no. Al alcanzar la frontera con Austria, el protagonista se queda sin fuerzas. Le llama gente de Asturias para trabajar con el taxi y, al explicarles por qué no puede atenderles, tiene que escuchar la opinión de un mundo exterior que en su mayoría critica la pequeña locura que está llevando a cabo. A pesar de haberse planteado dar la vuelta, consigue animarse gracias a una llamada de una mujer que le dice que «muchas mujeres en España desearían que un hombre hiciera algo así por ellas».

Final en Braila

«Las carreteras rumanas son una locura, prácticamente todas comarcales y en obras. Hacíamos 100 kilómetros en cuatro horas y media», dice el realizador. Braila es una ciudad de 150.000 habitantes en la que aún se respiran restos estalinistas de la etapa de Ceaucescu. «Hay muchas mafias y nosotros teníamos que ir a la calle más peligrosa. Decidimos ir Manuel y yo. Preguntamos a la gente por ella y finalmente nos dijeron que trabajaba en un centro comercial». Al encontrarla, Quirós los dejó solos para el reencuentro, que se resume en una hora y media de intensa conversación en el salón de un hotel decadente. «Yo grabé desde lejos, captando las miradas y las voces de fondo, mientras reflexionaba sobre cómo un hombre de Occidente trata de importar la felicidad de una situación tan complicada como aquélla», comenta el cineasta.

La experiencia

Quirós busca reflexionar sobre cómo la situación socioeconómica de un país influye en la actitud humana. «Para mí fue un reto, me superé ante los obstáculos. La experiencia me recordaba al cineasta Werner Herzog y su rodaje de "Fitzcarraldo", que estuvo cargado de peligro para los protagonistas, incluso hubo heridos», evoca el realizador. Añade que tras la experiencia de este rodaje se hace una serie de preguntas: «¿Por qué pretendemos huir de la soledad?, ¿por qué siempre buscamos compañía?».

Temática y género

Los temas sociales son un denominador común en las películas de José Antonio Quirós. «Me obsesiona la veracidad de las historias, cada vez hay más directores que se interesan por un entorno reducido para contar algo universal», matiza Quirós. En el caso de «Objetivo Braila» me salgo de Asturias y me voy a otros mundos para ver cómo actuamos los seres humanos fuera de nuestro entorno».

Se trata de una película documental a la vieja usanza, estilo los cineastas ingleses y los documentalistas polacos. La clave es explorar lo humano, las reacciones de las personas ante las distintas situaciones. «Es un reflejo de la realidad 100%, porque tengo 30 horas de grabación y voy a intentar evitar los tópicos a la hora del montaje. Digamos que quiero ser un observador, no un manipulador», argumenta.

Quirós espera concluir «Objetivo Braila» para diciembre y adelanta que habrá una versión para TV y otra para festivales internacionales.

La ley del Cine

Quirós lo tiene claro: «El borrador de la nueva ley del Cine quiere apoyar a las películas más caras y creo que es un error. Porque las producciones independientes generan trabajo constantemente y son apuestas narrativas más interesantes».

« La primera parte del viaje se asemejó por momentos a una comedia italiana», cuenta el cineasta

«Cada vez hay más directores que buscan en un entorno reducido contar algo universal»