Tapia, V. DÍAZ PEÑAS

La senda costera que une los núcleos de Tapia y Navia muestra al caminante parte de los rincones más desconocidos del litoral occidental asturiano. Este tramo, uno de los menos frecuentados y de los más tranquilos, recorre buena parte del concejo de Tapia y la totalidad de la franja costera de El Franco y Coaña. Los campos de maíz se funden con la mar y el ambiente marino es palpable en todo momento, máxime en núcleos de arraigada tradición pesquera como Viavélez u Ortigueira. Tampoco faltan las atalayas desde las que divisar la costa ni las referencias históricas y castreñas. El paseo, entre playas ignotas y campos de labor, anima a caminar con sosiego.

La ruta se inicia en el puerto de Tapia. A partir de este momento el ambiente costero no abandonará al visitante. Desde aquí el sendero busca la salida de la villa con el Oriente como meta. Nada más salir de Tapia de Casariego, el caminante o cicloturista podrá admirar varios islotes levantándose altivos en el mar. Después de un rato con vistas panorámicas de la zona, el camino se adentra en una zona boscosa. No se tarda en llegar a las lagunas de Salave. Allí el sonido de las ranas y los carteles contra la mina de oro compiten por llamar la atención. La frondosidad lo llena todo y el visitante se siente minúsculo.

Después de las lagunas, la senda se aparta levemente de la costa para recorrer caminos locales. La mar, no obstante, sigue presente y es visible en todo momento. Aun así, lo que impera en este tramo son los campos de labor. Aquí, las plantaciones de maíz se funden con el azul del Cantábrico. Tampoco faltan las cabañas ganaderas ni las fincas con hierba cortada o por cortar.

En las proximidades de Outeiro, la senda se aproxima de nuevo a la franja costera. La belleza paisajística de la zona sobrecoge. Las playas se suceden entre acantilados rotos por la erosión del tiempo y del oleaje. La senda rodea el estuario del río Porcía, otro de esos lugares mágicos de la costa asturiana que permanecen escondidos y ocultos. El sendero prosigue paralelo al río, que se pierde en meandros antes de llegar a la mar.

Superado el estuario, la senda continúa pegada a la costa. A veces parece que el caminante sobrevuela las playas. Los miradores se repiten y compiten en belleza y en vistas. No faltan los castros y con la tranquilidad como única compañera, el visitante acaba llegando hasta la playa de Monellos. Un poco más allá ya está Viavélez, uno de los puntos clave en este tramo. A este núcleo se llega desde lo alto, lo que acrecienta, más si cabe, la hermosura de este pequeño puerto marinero.

La senda continúa por las calles de este pueblo pesquero. El visitante sale de Viavélez por el lado contrario al que entró. Otra vez la vista del puerto es sobrecogedora. En este punto, la ruta se separa ligeramente de la costa para regresar a la franja a la altura de la playa de Pormenande, otra de las ensenadas clásicas de este tramo. Tanto la bajada como la subida esta recogido y tranquilo pedrero están asfaltadas y harán sudar a más de uno debido a su marcado desnivel.

El recorrido continúa ahora por carreteras locales asfaltadas. No obstante, este óptimo firme para ciclistas pronto se torna en pista. En las proximidades de la playa de Cambaredo la senda se achica y se convierte prácticamente en sendero. El desnivel aumenta y la bajada hasta la playa es casi vertiginosa. Aun así, el esfuerzo merece la pena. Ésta es una de las playas más desconocidas y también más bellas del concejo de El Franco. Es un buen lugar para descansar, más que nada para afrontar con fuerzas la subida que viene en adelante.

La senda costera continúa pegada al litoral y busca la atalaya de la playa de Castello, otra de las calas más impactantes de este recorrido. Después de atisbar el arenal, el camino busca el interior del concejo. Aquí el visitante comprobará, una vez más, un modo de vida ligado al campo y a la ganadería. En este tramo, como en otros tantos, el visitante tiene la sensación de estar perdido o fuera del mundo. Sin embargo la carretera nacional de la costa está a escasos metros. Parece increíble.

En las proximidades de Cartavio la senda se vuelve a asomar a la costa para permitir descubrir al viajero la playa de Armazá. Después, la ruta vuelve al interior para, poco después, volver a mirar a las litoral. Una pronunciada bajada deja al visitante junto a la playa de Torbás, ya en el concejo de Coaña. El lugar impresiona por su grandeza y su soledad. Poco después, la senda continúa por caminos asfaltados hasta el núcleo de Lloza y más tarde hasta la playa de Figueira.

El último tramo de este recorrido pasa por el núcleo de Medal antes de tocar la playa de Mixames. Ortigueira, punto final oficial de la ruta, está a unos pasos. Aparte de disfrutar del ambiente marinero de este puerto coañés, la mejor manera de terminar la jornada es acercándose hasta el faro. Desde allí las vistas son más que panorámicas y llegan hasta la Estaca de Bares. Ya en el faro, sólo queda acercarse a Navia para dar por terminada la jornada o para continuar con la senda costera. Y es que el Cantábrico tira.

Tras el estuario del Porcía, la senda continúa pegada a la costa, parece que sobrevuela las playas de la zona

El litoral de Tapia a Navia

La ruta costera entre Tapia y Navia tiene una distancia de 33 kilómetos. El recorrido puede dividirse en dos tramos: Tapia-Viavélez y Viavélez-Ortigueira-Navia.

Para recorrer la senda se invierten unas siete horas a pie. En bicicleta el recorrido lleva tres horas y media. Los puntos de inicio pueden ser Tapia, Navia u Ortigueira. Además hay accesos desde la carretera nacional y desde Viavélez. La senda está limpia y el firme es bueno.