Avilés, Laura LÓPEZ

Valérie Tasso, sexóloga y escritora francesa, anima a quitarse la venda de los prejuicios en los ojos para, quizá, ponerse otra de terciopelo negro y entender el erotismo que encierra el arte de dominar o sentirse dominado. Bajo las siglas BDSM (bondage-dominación-sadomasoquismo) se refugian prácticas sexuales ligadas al juego del poder y la obediencia. Ayer acercó ese mundo a estudiantes universitarios en un curso de verano en Avilés.

«Muchos creen que el sadomasoquismo es una desviación o una perversión, pero están muy equivocados», explica Tasso a la clase. Para ella, estas prácticas sexuales son totalmente válidas. Incluso conllevan una forma de entender la vida. «He visto verdaderos peligros al volante y a los que más les ponen una multa. En cambio, los practicantes del BDSM están muy estigmatizados, pero ellos no hacen mal a nadie. ¿Dónde está el problema?», pregunta indignada Valérie Tasso.

Para saber de lo que habla, la autora del best-seller «Diario de una ninfómana», visitó un castillo de Praga dedicado a prácticas de dominación y sumisión, así que no tiene pelos en la lengua a la hora de detallar algunas experiencias. Ante los alumnos leyó parte de las reglas que se exigían en el «reino del otro mundo», nombre que se le daba en Praga a este tipo de locales. «Si van a castigar a sus criaturas a partir de las doce de la noche, por favor, limite sus gritos», lee divertida. «Me gustó, pero no soy una practicante, a pesar de que hoy voy toda de negro. Y no tendría ningún problema en reconocerlo», asegura la escritora.

A su juicio, «el sadomasoquismo es la erótica más democrática que hay». «Los sadomasoquistas tienen un lema: sano, seguro y consensuado», explica Tasso. «Nunca se hace nada si alguna de las dos partes se niega, y existen palabras clave para que el acto termine si la persona dominada ya no se siente cómoda y quiere parar», detalla la sexóloga.

Tasso centra sus críticas en los falsos mitos que se han ido formando en torno a esta práctica sexual. «La imagen que la sociedad tiene del sadomasoquismo es falsa. No todo es cuero, tacones y fustas; es parte de la erótica, pero no lo es todo», señala. La escritora explica que para la gente que no lo ha visto o experimentado es difícil escapar de la idea de que los que practican BDSM son personas violentas, pero esta forma de verlo es fruto de la incomprensión. «Es una práctica que va más allá del coito. Hay que tener en cuenta que el órgano más importante en el sexo siempre es el cerebro, no los genitales», asegura convencida. «El BDSM es un bálsamo, una ayuda para aquella gente que no encuentra satisfacción sexual en relaciones convencionales», añade.

«El sexo no produce depravados, sino que el depravado puede manifestarse a través del sexo, pero también puede hacerlo a través de la literatura», asegura Valérie Tasso ante su auditorio. Los alumnos atienden obedientes: tanto que cuando Tasso pide diez minutos más, acceden con sumisión.