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No todos los usuarios que ayer estrenaron el nuevo sistema están contentos con el precio del servicio de autobuses que les permite ascender a los Lagos.

«Nos parece positivo que se cuide el medio ambiente y se tomen medidas al respecto, pero siete euros por el trayecto de ida y vuelta resulta caro», declaró Encarnación Cuesta, una madrileña que visitaba los Lagos por primera vez. Como ella, Inmaculada Jiménez, una turista procedente de Murcia, también piensa que el servicio debería ser más barato: «Entiendo que la infraestructura hay que pagarla, pero el viaje nos resultó un poco caro. Incluso en los Pirineos el viaje es más barato y tiene incluso más trayecto». «La carretera de subida no es nada fácil, y el transporte público evita los atascos. El autobús y los horarios son un buen servicio, pero tampoco se debe monopolizar la subida», declaraba Sandra Maestre, que vino a visitar Covadonga con su pareja, Fernando, desde Ciudad Real. Preservar el Parque sí, pero un poco más barato.

Despejada. La senda del Cares ya luce como solía. Los operarios que reconstruyeron el camino original de la ruta, afectada por un argayo, retiraron ayer, con la ayuda de un helicóptero, todo el material de obra sobrante. Así que la senda del Cares quedó limpia de polvo y paja. Y los cientos de turistas que la recorrieron no tuvieron que tomar el desvío alternativo que se habilitó al registrarse el desprendimiento, en los primeros días del pasado mes de febrero.

La senda del Cares, en los Picos de Europa, vuelve a ser la de siempre, con su trazado original. Ha costado cinco meses de trabajo, porque la ladera de Los Collaos sobre la que se asienta se había venido abajo. Una fuerte inyección económica (400.000 euros) y el trabajo de una veintena de operarios y un helicóptero permitieron reconstruir el paso en un tiempo récord: apenas cinco meses.

El argayo, ocurrido tras desprenderse una enorme roca y romper una canalización de agua existente justo encima del camino, destruyó veinticinco metros de la senda del Cares, lo que obligó a Parques Nacionales a habilitar un trazado alternativo. Muy pocos caminantes conocían esta circunstancia, y casi todos los consultados ayer por este periódico mostraban su extrañeza al ver el helicóptero de la empresa canguesa Heliworks y a los operarios de Tragsa rematando la reconstrucción de la senda.

La ruta del Cares, que une las localidades de Poncebos, en Cabrales, y Caín, en León, tiene 12 kilómetros de longitud. Discurre por la Garganta del Cares. Ruta de escasa dificultad, es una de las más conocidas de España. Cada año la recorren miles de turistas. La duración de la ruta, ida y vuelta, es de unas seis horas y media.

El boca a boca manda en los Picos de Europa. La mayor parte de los senderistas acude a la ruta del Cares después de oír las bellezas de la zona a familiares o amigos. Ayer, tres familias de Segovia, quince entre chicos y grandes, iniciaron la ruta desde Poncebos. Colocaron a María Cabrera Bartolomé en una mochila sobre la espalda de su madre, Blanca Bartolomé, y con tan sólo 3 meses la pequeña recibió su «bautizo» montañero. En otra mochila similar viajó la otra benjamina del grupo, Irene Llorente Llorente, de 14 meses. Todo coronaron el alto de Los Collaos, a unos tres kilómetros de Poncebos, pero los más pequeños, acompañados de sus madres, emprendieron allí mismo el regreso. Había sido suficiente

Carmen Pérez, de 60 años, y Justiniano Gómez, de 67, casados y residentes en Burgos, que diría Mayra Gómez Kemp, realizaron ayer su tercera ruta del Cares. La repetirán o buscarán otros itinerarios, cada año, «hasta que el cuerpo aguante», señaló el marido.

Los madrileños Gema González, de 33 años, y Roberto Torres, de 31, no esperaban ver un helicóptero en la Garganta del Cares. Aprovecharon para sacar fotografías e inmortalizar el suceso.

Más expertos de montaña que los anteriores, Isabel López y Francisco Polo Rubio, de 50 y 54 años, respectivamente, acudieron desde Granada para descubrir «el paraíso», aconsejados por un amigo. Tras cubrir la ruta, emprendieron camino hacia Bulnes.