Oviedo, Sara ARIAS

La Humanidad lleva preguntándose cómo conseguir la felicidad desde hace siglos sin encontrar aún la receta. Para unos, la felicidad está en la sonrisa de un niño paseando por un parque en una tarde soleada; para otros, el goce puede estar en vender millones de discos. Pero de una forma u otra, todos los humanos durante toda la historia han razonado, han buscado la forma de ser felices. Coincidiendo con el Congreso iberoamericano de psicología celebrado en Oviedo, profesionales del todo el mundo dan su respuesta.

Saber si la felicidad es un estado que se alarga en el tiempo o, por el contrario, atiende a momentos puntuales es complicado. Ni siquiera los psicólogos encuestados se ponen de acuerdo. Para algunos, como Guillermo Fouce, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, «la felicidad es un estilo de vida, se necesita apoyo social, autoestima, y haberte enfrentado a retos asumibles». También piensa así Francisco José Medina, de la Universidad de Sevilla, que asegura que «la felicidad es algo más general, es permanente, no está vinculada a un acto concreto».

Por el contrario, otros estudiosos de la materia como Ana Sanz e Ignacio Fernández Arias, de la Universidad Complutense de Madrid, afirman que para ser feliz «la primera premisa es no hacer de tu vida una búsqueda compulsiva de ella». Sanz añade: «No existe una fórmula mágica. Hay que buscarla en el proceso no en el fin, está en las cosas sencillas y cotidianas». O sea, que para encontrar la felicidad no se debe caer en la obsesión, pues el camino podría convertirse en una ruta tortuosa. Lo que recomiendan es disfrutar día a día de las pequeñas cosas que pasan. El anhelo excesivo puede ser contraproducente.

De hecho, la mayoría de psicólogos cree que es un estado que llega sin previo aviso. Luis Palomino, de la Universidad San Martín de Porres de Perú, cree que la forma de encontrarla tiene que ver con la «percepción que cada uno tenga del bienestar, que se encuentre bien consigo, con los demás y con su entorno. La felicidad está en uno mismo». En esta línea de pensamiento van también las afirmaciones de José Fernando Cruz, profesor en la Escuela de Psicología de la Universidade do Minho, en Braga, Portugal: «Se trata de estar bien con uno mismo y con los demás». Telmo Mourinho, de la Ordem dos Psicólogos Portugueses, remata este pensamiento de su colega luso: «Conciencia personal, un optimismo relativo, o sea, no ser totalmente tonto».

En el camino hacia la felicidad se pueden apuntar ciertos ingredientes para hornear el pastel feliz y que pueden ayudar a sentirse mejor con lo que cada uno hace. Isabel Calonge es profesora de Evaluación Psicológica en la Complutense de Madrid, y establece seis factores indispensables: «Necesitamos amor, éxito profesional, ilusión, ser valorado y tranquilidad económica».

A estos argumentos se unen dos profesores universitarios portugueses: Leandro Almeida, de la Universidade do Minho, y Mário Simón, de la de Coimbra. Almeida considera que la clave para ser feliz está en «no ser demasiado ambicioso». Simón agrega que «tener salud, trabajo, buenos amigos» es fundamental. El profesor de Coimbra incluso añade un nuevo elemento para la receta feliz: «Tener tiempo para estudiar». Esta teoría todos la comparten, consideran que es tremendamente importante sentirse eficaz en la sociedad para poder estar feliz.

Algunos de los psicólogos constatan que incluso hay personas que se sienten felices en circunstancias del todo adversas. «En el estado maniaco todo el mundo es feliz, se sienten los mejores», comenta Manuel Berdullas, vicepresidente segundo del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España. Aun más, el psicólogo de la prisión de Pamplona Juan Romero afirma que «incluso en la cárcel, siendo coherente con la situación propia, se puede ser feliz». Esta afirmación que puede resultar más que chocante puede explicarse: «A mucha gente la cárcel le sirve para tocar fondo y empezar de cero, un autoanálisis para encontrarse de forma positiva», asegura Romero.

En esta línea, Miguel Ángel Pérez, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Camilo José Cela de Madrid, considera que la felicidad consiste en «tomar conciencia de autodirigir la propia vida». De hecho, muchos de los especialistas ven en la sociedad el entorno. Berullas critica que «vivimos en un sistema de valores relativizado, lo vemos en determinados programas de televisión, donde parece que todo vale y realmente para tener felicidad prolongada se precisa un sistema de valores y educarse en él».

La felicidad, ese extraño fantasma que los hombres llevan persiguiendo durante cientos de años, es incluso tema de debate entre los psicólogos. Pero como ultima Calonge: «Si no puedes resolver esa pregunta... ¿para qué sirve la psicología?».