Valdesoto, Jorge MORLA

A todas las carrozas del desfile anual de Valdesoto les acompañó el lunes un coro de risas y gritos allá por donde pasaban. La multitud disfrutó con las escenas tradicionales que representaban y se rieron bien a gusto. Pero era un silencio sepulcral lo que rodeó a la que finalmente fue proclamada segunda mejor carroza del desfile. Era una carroza muy especial: estaba dedicada al Holocausto y era obra de la asociación sociocultural «El Llagarón». Una dramatización minuciosa de la tragedia que acabó con la vida de seis millones de judíos. «Queríamos romper con los temas clásicos. Nos parecía que valía la pena trabajar con el Holocausto, un pozo tan negro de la historia», comenta Pablo Onís, uno de los participantes del desfile e ideólogo de la temática elegida. ¿Su papel? Soldado nazi.

Pero ¿qué lleva a meterse en algo así a una peña asturiana? «En primer lugar, romper con la tradición. No sólo con los motivos que generalmente representan las carrozas, que son casas, historias de asturianos típicos; si no también cambiar el tono, darle a la gente algo que les haga pensar, y no sólo reírse», comenta Onís, quien ya hace dos años propuso abordar el tema de la Inquisición.

La carroza de «El Llagarón», que empezó a trabajar en ella a finales de marzo, la componen dos partes. Por un lado, un tren que arrastra el vagón de madera, con el suelo de paja, donde los presos judíos eran trasladados al exterminio. Por otro, una carroza de 19 metros de largo por 4 de ancho, recreación de la entrada a un campo de exterminio nazi. Ni un gramo de cartón piedra, los ladrillos, las piedras, las alambradas, la paja, todo es real. La caracterización tanto de los judíos como de los soldados nazis daba escalofríos.

Pese al indudable logro escenográfico, el tema elegido ha suscitado el rechazo en la comunidad judía en Asturias. «Es inaudito, es la banalización del mal. No se puede tratar así un tema tan profundo. El holocausto fue el mal puro», declara Aida Oceransky, su portavoz. «Entiendo, de todos modos, el trabajo de esta gente. Se ve que se prepararon bien, que se enteraron de qué pasó, pues en España en general hay un desconocimiento total hacia el Holocausto. Pero no era el lugar adecuado. Una fiesta no es el lugar para tratar este tema», añade.

Las declaraciones de Oceransky contrastan con las de la Asociación de Memoria Histórica, que se ha posicionado a favor de esta teatralización del exterminio: «Es importante que se celebren este tipo de homenajes. Para que no se vuelva a repetir esta historia, es necesario tenerla presente», comenta su presidente, Javier de la Fuente. «Además, no es un tema que nos pille tan lejos. No olvidemos que en estos campos murieron más de 8.000 españoles, y que ahora, la Audiencia Nacional ha pedido la extradición de tres criminales nazis, No hay que olvidar lo que pasó». En efecto, durante el desfile una voz rompió el silencio que arrastraba la comitiva. «Para que no se vuelva a repetir», gritó alguien entre la multitud.

Pablo Onís y otros miembros de la peña charlaban ayer con orgullo alrededor de su carroza, de su Holocausto rodante. Ahora espera su desguace, aparcada en una cuneta. «Yo hacía de general nazi, el jefe de todo esto», comenta Jorge Onís, padre de Pablo. «Un cabrón, vamos», dice de su personaje. «Eso es lo que vio la gente, lo que no ve es todo el trabajo que lleva levantar esto», comenta.

Y es que trabajo lleva. Convertir un Land Rover en tren rumbo al exterminio, construir todo con ladrillos y piedras, hasta hacer una réplica exacta en todo. En todo, menos en ese frío eterno que se pega a los lugares donde muere la gente. Pese al esfuerzo no ganaron el concurso. «Ahora sabe a poco un segundo puesto", comenta Jorge Onís, cuya opinión es compartida por su compañero Marcos Palacio, que hacía el papel de uno de los presos judíos. «Este es el tercer año consecutivo que quedamos segundos. No quiero decir que haya que hacer una temática asturiana para ganar, pero está claro que algo así es más difícil de digerir, supone un obstáculo para el primer puesto», sentencia.

Porque fue la temática asturiana la que ganó. «Americanu del Pote» fue la carroza ganadora. «Representa la vida de un indiano que fue a hacer las Américas y volvió rico», comenta Pergentino Martínez, uno de los ganadores. Mientras, se introduce en la casa principal de la carroza y explica que «el hombre se fue pobre», al tiempo un segundo piso se eleva y Pergentino añade: «y volvió rico». Está orgulloso de su invento.

Y hablando de dinero, ¿Cuánto cuesta hacer una de estas carrozas? «Esta carroza nos ha salido por unos 5.000 euros. El primer premio son 1.800, y también ganamos con loterías y rifas. Pero nosotros no luchamos por el dinero, luchamos por el primer premio», sentencia Martínez.

Lo mismo comentan los miembros de la peña «El Llagarón», cuya recreación del exterminio nazi les ha costado más de 8.000 euros. «El dinero no importa. Trabajamos aquí muchos meses y queremos hacer un gran trabajo. Todos los que participamos cambiaríamos el premio por quedar primeros», declara Jorge Onís. Un primer puesto que tendrá que esperar un año como mínimo.

La peña autora asegura que sólo pretendía «romper con los temas clásicos y ahondar en un pozo negro de la historia»

La carroza les costó 8.000 euros, pero al final ganó una escena sobre los asturianos de la emigración