Gijón, E. GALLEGO

La Semana Grande inició su despedida de Gijón entre resplandecientes colores y atronadoras explosiones en la mágica noche de los fuegos. Alrededor de 450.000 personas, según la Policía Local, contemplaron maravilladas el despliegue de luz y artificio en la víspera de Nuestra Señora de Begoña. Las palmeras, los sauces y el resto de figuras pirotécnicas cautivaron y embelesaron a gijoneses y turistas que abarrotaron las playas de Poniente y San Lorenzo. Y no sólo. Todo Gijón miró al cielo para disfrutar de unos fuegos que consiguieron para muchos la calificación de los mejores de los últimos años.

Los 1.537 kilos de elementos explosivos transformaron Cimadevilla en un barrio fallero con acento asturiano. Ayudados por la ligera brisa que refrescó la encapotada noche, la empresa valenciana Caballer, encargada de lanzar el castillo de fuegos artificiales, consiguió componer uno de los espectáculos más vistosos que se recuerdan en la ciudad. Un sonoro y agradecido aplauso sirvió para coronar una velada perfecta de Semana Grande.