Santuario del Viso (Salas),

Lorena VALDÉS

Como cada 15 de agosto, la Virgen del Viso unió ayer a cientos de devotos que quisieron compartir su amor por la patrona de Salas. Desde primeras horas de la mañana los romeros acudieron, como manda la tradición, a celebrar esta romería. Algunos llegaron en coche, otros en bicicleta y la gran mayoría lo hizo a pie, ascendiendo al santuario por un empinado camino de cinco kilómetros de longitud, que a más de uno se le hizo eterno, tanto que buscaron atajos. Una singular peregrinación que, año tras año, realizan cientos de vecinos del concejo y de otros puntos de la región como muestra de la devoción que sienten por la Virgen del Viso, a la que enconmiendan sus ruegos y oraciones.

Con puntualidad británica, a las doce del medio día y con un cielo azul totalmente despejado comenzó la procesión. Antes, en la ermita los devotos más impacientes ya habían mostrado su cariño a la patrona besando su medalla. La virgen, acompañada por la banda de gaitas «Aires de Valdés» y seguida por cientos de fieles recorrieron los poco más de 500 metros que separan el Santuario del área recreativa, un momento que todos los asistentes siguieron en silencio y con absoluto respeto. Entre el gentío, los niños (algunos vestidos de asturianos pero con calzado deportivo para no cansarse) se abrían paso para no perderse detalle de la comitiva. «Es que si no empujo me lo pierdo», justificaba una «asturianina» a su madre.

La medalla de plata de la Virgen colgada al cuello con cordones de cuero en diferentes colores, fue el complemento estrella de una procesión en la que también se vieron varias camisetas de la selección española de fútbol. «Seguro que algo hizo ella para que la Roja ganase el mundial en Sudáfrica», argumentó María López. El deporte mueve a las masas, pero ayer las peticiones de los fieles se centraron sobre todo en la salud y el trabajo «con los tiempos que corren, con la crisis tan grande que hay, no se puede pedir más decían en primera fila.

Tras los rezos, los asistentes se turnaron para llevar a hombros la virgen y la devolvieron hasta el Santuario. Una vez allí, comenzó la misa presidida por el sacerdote de Oviedo Iván González Collado, que estuvo acompañado por los párrocos del concejo, Rodrigo Suárez José María Menéndez y Adán Fernández. En la explanada del templo, los devotos buscaban la sombra de los robles centenarios para aguantar las altas temperaturas en el espectacular y pintoresco paraje, ubicado a 600 metros de altitud. Los más previsores se llevaron paraguas y sombreros para protegerse del sol.

Tras cumplir con la fe, llegó el momento de la reunión de las familias y amigos alrededor de mesas repletas de manjares en las proximidades del santuario para celebrar un día de fiesta y de reencuentros con los que viven fuera el resto del año y vuelven a su pueblo para celebrar la Virgen del Viso. Sobre los manteles reinaron las empanadas y tortillas -«hechas con huevos de casa»- que se acompañaron de muchas botellas de sidra y vinos. La comida campestre estuvo amenizada por la charanga «L´Estruendo» y las gaitas. Evidentemente, la sobremesa se prolongó toda tarde. A la bajada, los romeros aún tuvieron fuerzas para disfrutar del pasacalles y la verbena. El Viso fue el mejor aperitivo para las fiestas del bollo que comenzarán el jueves. En Salas.