Gijón, Olaya PENA

El bullicio infantil de ayer en La Guía era total. Decenas de niños de toda Asturias brincaban por la alfombra situada frente al escenario mientras sus padres y abuelos, con sonrisas de satisfacción, les hacían fotos o bailaban con ellos. Esto era lo que ocurría ayer en el Palacio de los Deportes de Gijón en torno a las siete de la tarde, poco antes de que diera comienzo el espectáculo infantil «Cantajuego», que reunió a más de tres mil niños y papás para disfrutar del show.

Mientras los intérpretes se preparaban, en la música ambiente sonaba una conocida canción del grupo y los niños ya estallaron en júbilo. Y aún no habían salido los intérpretes. La cosa prometía incluso antes de empezar. Muchos bailaban y correteaban, otros, los que estaban más nerviosos, se abrazaban a sus padres con caras asustadas. Por fin, en el escenario decorado con los personajes de dibujos animados del «Cantajuego», hacen aparición los actores, enfundados en sus característicos petos vaqueros, que les dan un aspecto infantil. Comienzan a cantar y los niños pasan de la absoluta concentración a bailotear y corear sin descanso. Ya nadie para en las sillas. Cuando aparece la Ardilla Buby, la grada se vuelve loca. Y con el Burro Pepe, fue el acabose.

Más de tres mil manos ondearon en el Palacio de Deportes al unísono con la llegada del «Popurrí de las manos» y tras esta, Rodri, Pedro, Monike y el resto del grupo «EnCanto», los líderes de este proyecto pedagógico musical, hicieron corear a niños y padres la inmortal «La granja de Pepito».

Y así se sucedieron durante hora y media los temas más famosos de todos los volúmenes que llevan editados los responsables de este nuevo fenómeno infantil, los responsables de que media España vuelva a cantar, como ayer en Gijón, «Un elefante», «Tengo una muñeca vestida de azul» o «Antón Pirulero», que hicieron que también los padres regresaran por una tarde a su infancia. «Cantajuego» nació en 2004, y desde 2007 llevan ya 335 funciones con más de 600.000 espectadores. El fenómeno infantil de los últimos años ha sacado 12 DVDs de los que se vendieron más de 900.000 copias, consiguiendo 24 discos de platino.

«Aprender jugando y jugar aprendiendo». Como comentaba el productor, Pedro Zaidman, los «Cantajuegos» potencian el mundo afectivo y las relaciones sociales por medio de las canciones, y la psicomotricidad. Zaidman añadía, minutos antes de que arrancase el concierto en Gijón, que «es un producto de entretenimiento para toda la familia, que vincula la actividad académica con la social, y también sirve de herramienta para, por ejemplo, hermanos mayores que tienen que entretener a los más pequeños». El secreto del éxito del «Cantajuego» quizá resida en que es una fórmula sencilla, con canciones tradicionales que también mueve a los padres. Dado su éxito en España, en el futuro pretenden lanzarse a la conquista de Latinoamérica o Italia y desarrollar nuevos formatos, porque «siempre estamos buscando nuevas ideas», declaraba el productor.

El grupo «EnCanto» es quien le pone voz y baile a «Cantajuego». Está formado por once jóvenes que destacan en distintas disciplinas: actores, cantantes, bailarines o acróbatas, pero que están muy vinculados al mundo de la pedagogía. Pedro, uno de los componentes de «EnCanto», decía sentirse orgulloso «de poder crear algo que ayude tanto a los niños». Monike, una de las chicas del grupo, afirmaba por su parte que el joven público le aportaba «mucha energía, muy sincera, mucha comunicación»; «una sensación de unión, como si todo el mundo se conociera», añadía Rodri, para quien el que ayer ofreció en Gijón «es un espectáculo muy completo y complementario, donde cada uno de nosotros es una pieza y el resultado es un puzzle entero». Monike se lo tomaba con más filosofía y resume con una metáfora lo que el «Cantajuego» aporta a los niños: «Es como coger un garbanzo y engordarlo hasta convertirlo en una sandía»

Los artistas revoloteaban como niños por detrás del escenario poco antes de salir a escena. Aseguran que antes de cada actuación siguen poniéndose nerviosos porque «conlleva mucha responsabilidad, y es ésa responsabilidad lo único que nos hace adultos en ese momento». Y eso que el niño que todos llevamos dentro en ellos es dominate, y como decía Monike, entre bromas, «a mí me va creciendo, aunque a veces se va lejos».

Fueron muchos los niños que ayer hicieron cola para coger sitio en primera fila, como María e Isabel García. Ellas querían «verlos bien» y, sobre todo, escuchar sus canciones favoritas: «la de la familia y la del burro». «Lleva días sin dormir por los nervios», decía la madre de Isabel García. Nerea, que para la ocasión se vistió como ellos, aseguraba saberse todas las canciones pero su preferida era «la de los animales». «Es muy educativo, los niños felices cien por cien y los padres más», zanjaban los padres de las niñas.

Tras las bajas de los conciertos de Juanes y Miguel Ríos, quien puede asegurar que el de ayer no haya sido el concierto del verano, lo mismo para infantes que para adultos hechos y derechos.