Margarita Landi (Madrid, 1918- Albandi, Carreño, 2004) cuando hacía memoria de su medio siglo profesional citaba siempre al Tenorio: «Yo a las cabañas bajé, / yo a los palacios subí». Pasó a la historia como una pionera del periodismo de sucesos. Libreta en mano contó cinco décadas de sangre nacional, pero empezó como periodista de ecos de sociedad: señoras marquesas, la última moda... «Creo que hay mucho desconocimiento de su vida», se lamenta Ángel Torres, el hijo de la legendaria periodista, que ultima una muestra que se presentará en el palacio de Valdecarzana de Avilés el próximo 5 de agosto; un resumen del paso por el mundo de la mujer que abrió las puertas de las redacciones a las mujeres, de la periodista que contaba historias de muerte y destrucción por su gran amor a la vida. «Era una mujer muy humana y por eso decidió escribir de los defectos de los hombres», continúa Torres.

La muestra de Avilés se podrá contemplar hasta el día 19. «Pondremos parte de su colección de pipas (54), algunas de sus máquinas de escribir, cámaras de fotos, plumas, libretas de notas, artículos», cuenta Torres. Y también habrá libros: Margarita Landi escribió media docena de colecciones de cuentos y le dio tiempo a entrevistar a Menéndez Pidal, pero también a las familias de las víctimas de crímenes, a los más allegados a los criminales. «Muchos tenían que dejar sus pueblos porque quedaban señalados: ahí están los padres del asesino», recuerda Torres.

La razón de la exposición, lo explica su hijo, es descubrir a la mujer que se escondía por entre las nubes del humo de su pipa. Entre 1942 y 1953 trabajó como cronista de la alta sociedad. Después bajó a las cabañas, se recorrió España entera. Pero también fue corresponsal de la American News Service, colaboró en varios programas de televisión...

En realidad, Margarita Landi se llamaba Encarnación Margarita Isabel Verdugo Díez Landi. Hija de periodista, nieta de periodista, pionera, leyenda de las redacciones. Y también inspectora honorífica de la Policía. «Pero de las que investigaba... Murió en Albandi, en Carreño. Sus últimos años los pasó en mi casa, en Viesques. Lo guardó todo, pero todo desordenado. Ahora me estoy dando cuenta de cuánto escribió, de cuánto trabajó. La profesión de periodista es muy ingrata: no tienes tiempo, no tienes vida... Ahora, por fin, la estoy conociendo», concluye Torres.

La muestra avilesina se presenta el próximo 5 de agosto en el Valdecarzana