Gijón, C. VIGIL / J. JUNQUERA

Son muchos los que piensan que la navegación es un mundo difícil, lleno de tecnicismos y para el que hace falta mucho dinero. Y quizá no les falte razón. Palabras como «barlovento» o «sotavento» pueden parecer incomprensibles para aquellos que sólo disfrutan del mar cuando se relajan en la playa. Pero todo se vuelve más fácil cuando uno se sube en un barco y siente la brisa del mar en la cara. Y_más si el lienzo de fondo lo pinta la bahía gijonesa.

Ésa fue la sensación de quienes participaron, como simples espectadores, en la Semana asturiana de vela, que comenzó el martes pasado y que este año celebra su XIII Edición. Fue también la excusa perfecta para subir a bordo de una embarcación y apreciar de cerca las intrincadas maniobras de los regatistas, además de poder disfrutar de placeres como darse un baño en las frías aguas de alta mar o darle un poco más de velocidad a la embarcación sin peligro de que te pille un radar. Que algunas grandes ventajas tiene esta noble afición náutica, que, entre otras cosas, permite disfrutar de unas vistas únicas de la costa del concejo.

Casi cuarenta barcos, entre cruceros, regatas y barcos, con 7,47 y 5,95 metros de eslora, tomaron parte en esta última regata de la competición, de nueve millas de recorrido y con unos doscientos participantes. Todo un éxito para el Club Marítimo de Luanco, organizador de una actividad que cuenta con el patrocinio de la Fundación HC y Cajastur.

Aunque las condiciones no parecían favorables ayer, el viento acabó siendo óptimo, de entre ocho y diez nudos. Y las velas de todas las embarcaciones se desplegaron al pitido del claxon que marcaba el inicio de la prueba más técnica de toda la competición. Todos querían ganar o, al menos, conseguir el mayor número de puntos para mejorar en la clasificación del Campeonato de Asturias de vela.

Finalmente, fue el «Samborondón», de Rafael Artime (Club Marítimo de Luanco), en la clase crucero; el «Marara», de Rogelio Rivas (Club Marítimo Astur), en la de regatas, y el «Puerto y Ría de Avilés», de Sebastiano Napoli, del club que da nombre al barco, en la 747, quienes resultaron vencedores de la decimotercera edición de la Semana asturiana de vela. El premio extra para todos –y también para sus acompañantes– fue gozar de Gijón desde el mar.