El obispo Talleyrand invita a cenar al millonario Fouche a su casa. Le dice que hay que repartirse Francia. Napoleón ha pasado a la historia, las potencias europeas no están dispuestas a soportar más veleidades revolucionarias y el último Borbón no sabe cómo se gobierna una nación. Los necesita. Talleyrand convence a Fouche y, a la mañana siguiente, se presenta en la coronación del Borbón apoyado en el millonario. Chateaubriand vio la escena y dejó su marca: «El vicio entra del brazo del crimen». Talleyrand fue obispo porque así se sacaba dinero, Fouche no era rico, pero cuando alcanzó la gloria no se quiso bajar de ella. Los dos, desde entonces, son ejemplo de políticos serpiente. Unos llaman a Rubalcaba Fouche, pero Rubalcaba no ha bombardeado todavía Lyon. La cena ficticia de los dos estadistas está en «La cena», una tragedia de Jean-Claude Brisville. Lo mejor de Flotats en los últimos años. Lo mejor del teatro.