Antes de iniciarse el paseíllo, miré al palco como cada vez que voy a los toros. Me dio mucha pena no ver a Ismael como presidente. Espero una pronta recuperación para poder verlo de nuevo. Lo echaremos de menos.

Molestaron la lluvia y el viento. Tanto que hasta la bandera de Asturias se llevó Eolo del mástil. Un símil con los toros, parece que el Principado no es taurino. Eso sí, la bandera de Gijón siguió ondeando como símbolo del taurinismo de la ciudad.

Y la novillada demostró una vez más que los novilleros se miran en las figuras para torear. Ojalá se lo creyeran más, seguro que convencerían mucho más.

Víctor Barrio saludó rodillas en tierra con cuatro largas cambiadas al primero. Galleo por chicuelinas para llevar al novillo al caballo y quitó por chicuelinas. Lo bueno de las escuelas es que por lo menos son variados con el capote.

Llegó el novillo a la muleta con mucha clase en su embestida; tanta como poca fuerza. Y lo mimó Barrio, a media altura, para que durara y poder ligar una tanda. Faltó acoplarse más, ajustarse un poco, que el toro embiste, no muerde. Las bernardinas con las que cerró su labor gustaron al tendido, que tuvo en su mano el pañuelo hasta que los aceros hicieron entrar en razón a los del tendido. Al cuarto de la tarde lo entendió de primeras y le dio distancia y lo llevó por abajo. Estuvo por encima el de Segovia ante un novillo que cada tanda le costaba más repetir. El público ovacionó y valoró el esfuerzo de Barrio.

«Cumpleaños feliz» le cantaron a Mario Alcalde desde los tendidos. El peor regalo se lo hizo la suerte en el sorteo. Su primero, que sin tener mala condición le costaba aguantar las tandas. El quinto le prendió aparatosamente rompiéndole la taleguilla. Ahí fue el mejor presente de su cumpleaños. El que le hizo la Virgen de Begoña. La espectacularidad del percance quedó, afortunadamente, en una contusión en el muslo izquierdo. Fue un novillo que se orientó y desarrolló muchas dificultades que no supo solventar. Lo intentó sacándoselo a los medios para quitar querencias, pero el novillo le desbordó. En el segundo de la tarde puso más entusiasmo que cabeza. No es lo mismo dejarse ver que el toro te vea. Hay un matiz importante: la colocación. Alcalde enseñaba retrasado el engaño y el novillo fue a peor por los enganchones y trallazos que con mucha voluntad quiso hacer Alcalde. Valor y ganas tienen, el tiempo y sobre todo torear, van mejorando esas cosas. Los hay que torean 60 corridas de toros al año y están peor. Por cierto, Cayetano es duda en Gijón.

Caminar torero dice mucho que quien lleva la montera. Un paseíllo puede hacer que te decantes por un novillero. López Simón es el reflejo de torero en sus andares, pausados y pisando fuerte. Tal y como torea. Su faena al tercero fue tomando altura conforme iba dejando muerta la franela en la cara del noble novillo. Buscó el toreo en redondo que caló con los tendidos. Sólo la espada le privó de un éxito mayor. Hay que seguir a López Simón. Sólo si deja de alargar así las faenas con toros tan descastados como el que cerró festejo. Porque torear aprovechando el viaje de la querencia es un recurso, sí, pero no vamos a copiar sólo los defectos de las figuras. Que con no cargar la suerte es suficiente.