Gijón, E.CASADO

Rodeada de su familia y como una gijonesa más. Así paseó Natalia Estrada ayer por la Feria de Muestras, un día antes de volver a Milán, donde reside y trabaja. La actriz siente verdadera devoción por Asturias y ha convertido la visita veraniega a su ciudad natal en todo un clásico de la agenda social de Gijón.

Estrada -radiante y con una sonrisa perpetua en la boca- vuelve a Italia para dedicarse a los caballos, su gran pasión. Hace diez años descubrió la equitación de la mano de su actual marido, Andrew Mischianti. Sigue trabajando para la pequeña pantalla, pero de una manera «diferente», con un proyecto, «Class Horse Television», que le permite compaginar lo que mejor sabe hacer con su mayor afición.

Se ha olvidado por el momento de la televisión «normal, que ya no es normal» porque asegura que no encaja en ese gremio. «Ha sido una elección muy radical y muy dura, pero la sigo llevando adelante, sólo volveré si hay un cambio y lo único que veo es que empeora», afirma. Y añade: «No me gusta estar dentro de los programas ni presentarlos, tengo unos principios que no me permiten seguir en ese mundo tal y como está ahora».

No se plantea volver a España sino es de vacaciones, ni a la televisión, aunque reconoce que «fue un trabajo que me dio muchísimo a nivel personal y económico». Pero pasó página para no anclarse en una tarea que podía convertirse en un martirio. Cuesta creer que una persona como Natalia Estrada pueda anclarse en ningún sitio después de oírle decir que nunca se va a retirar porque tiene un alma «muy movida».

Su libro de mesilla -que esta leyendo por quinta vez- es «El hombre que susurraba a los caballos». Le encantan estos animales, pero también la fotografía, el campo y, por supuesto, ama a su hija y a su marido, que le acompañan siempre que pueden allí donde va.

Su primogénita, Natalia, no ha heredado su faceta artística, pero sí la pasión por los caballos y por Asturias. «Es muy asturianina, le encanta el folklore y la comida de aquí, tengo mucha suerte en ese sentido», reconoce Estrada orgullosa.

La actriz gijonesa posó en el stand que LA NUEVA ESPAÑA tiene en el recinto ferial «Luis Adaro» mientras sus padres, hermano y cuñada, hija y marido aguardaban pacientemente el disparo de los fotógrafos. Ha dejado en casa a sus perros, Cole y Charro, y a sus doce caballos. No todos son de competición. La familia recogió de los hipódromos algunos equinos que estaban a punto de ser sacrificados o que tenían problemas.

«Sé que quiero ser feliz cada día de mi vida y hacer lo que me gusta». Se puede decir más alto pero no más claro.

«Mis principios no me permiten seguir en el mundo de la televisión tal y como está ahora», dice Estrada