Gijón, F. J. L. M.

Los hosteleros gijoneses lo tienen claro: quieren toros. Y a ser posible, con José Tomás en cartel. La razón es bien sencilla: durante la jornada en que el diestro madrileño comparecía en la plaza de El Bibio se batieron récords de facturación en numerosos restaurantes de la villa. Ni siquiera la noche de los fuegos hizo sombra al revuelo que supuso para la hostelería la cantidad de personas que atraídos por el tirón del diestro de Galapagar comieron y cenaron en Gijón. Aspecto éste que confirma Roberto Riginelli, propietario de La Pondala: «El día de Tomás fue un aluvión, y sin duda fue mejor la noche del 12 que las de los días 14 o 15».

Llegaron gentes venidas de toda España, e incluso del extranjero, pues muchos mexicanos se acercaron hasta la villa de Jovellanos con la intención de presenciar como Diego Silveti tomaba la alternativa de manos de José Tomás, con Alejandro Talavante de testigo. Es más, el propio Silveti y sus familiares y amigos disfrutaron de la gastronomía gijonesa. Días antes de su comparecencia lo hicieron en Casa Ataulfo; el día del festejo en Casa Justo y por la noche en La Zamorana, restaurante donde, según palabras de uno de sus propietarios, «hubo una fiesta increíble y espectacular, estuvo él con unas treinta personas más».

Además, hubo aficionados que llegaron desde Francia, y muchos otros españoles, que venían principalmente de Bilbao, Santander, Valladolid y Ávila, algunos ya habituales de la feria. Todos ellos llenaron los locales más conocidos de Gijón e hicieron que aquella jornada fuera la mejor de toda la Semana Grande para los hosteleros.

Las reservas se realizaron incluso con hasta dos meses de antelación. A quince días del festejo ya resultaba imposible reservar en media docena de los mejores comedores de la villa. Así lo confirma Ataúlfo Blanco, dueño de Casa Ataúlfo, quien indica que «con dos semanas de antelación ya teníamos todo completo». Y comenta también que «es una pena que la feria taurina dure sólo una semana, y es que este público tiene una gran capacidad económica, vienen a comer y a cenar, y además se quedan de sobremesa».

Por otra parte, los propietarios de sidrerías y mesones señalan que los toros dejan más dinero que otros eventos, pues según su opinión, es innegable que quien se acerca a los festejos taurinos tiene un alto poder adquisitivo, sobre todo si nos referimos a aquellos que se desplazaron expresamente a ver a José Tomás.

La mayor afluencia en los restaurantes tuvo lugar en el horario de comidas, donde incluso se doblaron turnos, tal y como afirma Manuel Méndez Fernández, copropietario del restaurante La Zamorana. «Fue el mejor día de facturación de todo el año. Los aficionados a los toros suelen dejarse dinero, cosa que también ocurre con la hípica pero en menor medida», explica este conocido hostelero.

Desde el restaurante Casa El Cartero, sede de la peña José Tomás de Gijón, Orlando Valledor lo tiene claro: «Ha sido comparable a cuando vinieron los "Rolling Stones". El "efecto José Tomás" fue clave para que hayamos tenido una buena Semana Grande».

Responsables de La Salgar manifiestan que a los restaurantes locales «nos beneficia mucho la feria taurina, se nota mucho en la Semana Grande, hace que venga gente de toda España». Y apostillan: «Nosotros comenzamos a tener reservas en el mes de julio, la gente vino antes y después del festejo, si bien sobre todo tuvimos más mesas a la hora de comer».

Similar parecer expresan desde Casa Justo, donde Justo José Cuesta afirma que «fue algo impresionante, tuvimos a ganaderos, empresarios, restauradores de toda España, y muchos mexicanos. Fue el mejor día de toda esa semana».

Hace una semana este periódico dio a conocer un estudio de la Universidad de Extremadura que aseguraba que la presencia de Tomás dejaba en cada ciudad unos beneficios de 2,2 millones de euros. En Gijón puede que no tanto, pero los hosteleros hicieron su agosto taurino.