Gijón, E. CASADO

«Yo soy Cellero el monologuista y ésta ye la gasolina con la que furrulen les mis histories». La gasolina de Cellero no es, ni más ni menos, que una botella de vino llena. Así se presenta este peculiar personaje, tras el que se esconde el artista avilesino Carlos Alba. «Ye buena esa gasolina, ¿eh?», pregunta una voz que sale del público, reunido en la plaza de la Casa Nava de Cimavilla para escuchar un buen monólogo. «Si no hay gasofa, no hay historia», responde Cellero. Al final, hubo historia.

La actuación de ayer -encuadrada en el III Festival Internacional Xixón «5º 40'»- comenzó con un respetable tímido que tardó unos minutos en interactuar con el monologuista. Poco a poco, se reunieron cerca de un centenar de personas que rieron con las ocurrencias de este personaje típico asturiano, alter ego del bisabuelo de su creador e intérprete.

Grandes y pequeños disfrutaron de las historias de Cellero, que combinó las andanzas propias de un hombre octogenario y achacoso con temas de actualidad. Esta miscelánea permite a Carlos Alba adaptarse a un público de todas las edades, sin que nadie se aburra. «Con el personaje de Cellero puedo hacer el mismo repertorio para mayores y mozos, porque combino historias antiguas con comentarios de actualidad», asegura el artista. El monologuista no eludió ninguno de los temas más espinosos, como el del «botellón». Incluso bromeó con el asunto: «¿Quién diz que esto ye un botellón? ¡Ye un botellín!». El alcohol y sus perjucios dieron mucho de sí al artista, que los mezcló con el hundimiento del «Titanic» -«¿En qué fondeó? ¿En ginebra?»- o con el catastrófico tsunami que el pasado marzó asoló Japón -«¿De qué fue esi tsunami que mató a tantos miles? ¿Fue de vino?»-. No se quedaron atrás los chascarrillos más escatológicos o los comentarios sexuales, que suelen ser los de mejor recibidos por el público.

La actuación de ayer fue en «"formato romería": historias cortas que mezclan verso y prosa y alguna canción; idea que surge porque en la calle el público no se concentra igual que en lugares cerrados», explica Alba. El avilesino es un gran defensor del monologuismo asturiano y ha pasado parte de su vida devolviéndolo al lugar que le corresponde. «El monologuismo asturiano va renovándose poco a poco, gracias a las actuaciones en escena y a los monólogos que se graban para televisión. Gran parte del público se está dando cuenta de que esto existía y se han enganchado», comenta.

«Cellero» nació en 1999, cuando Carlos Alba decidió alejarse del Periodismo (cursó Ciencias de la Información en la Universidad Complutense deMadrid) y crear «un personaje alejado de mí físicamente», dice. Y añade que se acordó de su bisabuelo, «que era carretero y muy bueno con los de fuera pero no tanto con los de dentro». Carlos Alba reconoce que el público gijonés «suele responder bien, entiende cualquier propuesta artística». Comenta que «La Calzada es un barrio muy bullangueru», pero el respetable de la villa de Jovellanos demostró ayer que es capaz de reírse y disfrutar del monólogo que ayer ofreció Cellero en cualquier parte de la ciudad.

«El monologuismo en asturiano va renovándose poco a poco y el público se está enganchando», afirma Carlos Alba