Oviedo, María GANCEDO / Sehila LÓPEZ

Han pasado siete años desde que el escritor británico Mark Simpson crease el término «metrosexual» para definir una nueva forma de masculinidad que triunfaba entre los hombres más mediáticos y muy preocupados por su aspecto físico. Deportistas como el ex madridista David Beckham se convirtieron entonces en los abanderados de la depilación corporal, la crema facial y las últimas tendencias en cabello y moda. Las marcas de cosméticos colocaron por aquel entonces las primeras líneas de cremas masculinas con productos como los antiarrugas o los correctores de ojeras. Sin embargo, la cadena evolutiva de las tendencias masculinas es caprichosa y una nueva etapa ha sustituido a la era metrosexual. Ha llegado la retrosexualidad.

Etiquetar, ésa es la clave. Catalogar a lo que, parece ser la nueva ola de masculinidad que, al igual que el cangrejo, vuelve sobre sus pasos y trata de recuperar la más pura esencia del tan denostado macho ibérico. Así pues los retrosexuales adoptan un estilo más salvaje y menos cuidadoso, digamos -siempre en términos de estética-. Prodigan con poco esmero su magnetismo animal. Se trata de una corriente de hombres que intenta imitar a Hugh Laurie, famoso por interpretar al polémico doctor House en la serie homónima de la cadena estadounidense Fox. Una triunfante tendencia más desaliñada y con representantes cinematográficos del estilo de Benicio del Toro o Javier Bardem. Apuestan por una apariencia seria y sobria.

Y aún existe un estereotipo más, el übersexual. Si un hombre no es ni «metro» ni «retro», probablemente se identifique con ellos. El término encuentra sus raíces etimológicas en el alemán y se identifica con caballeros elegantes y armados.

Hugh Laurie, el actor que encarna al cínico doctor House, es la referencia estética de los retrosexuales

El übersexual esa de una gran seguridad en sí mismo, que le aporta un aire viril e interesante.

Toda esta información coloca en una complicada situación a los hombres reales, que se debaten entre tres prefijos: metro-, retro- o über-, pero con una única terminación, masculinidad moderna. A pie de calle las diferencias se difuminan, por eso LA NUEVA ESPAÑA se ha lanzado a preguntar a los asturianos sobre sus gustos en lo que a últimas tendencias se refiere y el resultado parece arrojar mucha luz sobre el asunto.

La metrosexualidad es una moda que toca a su fin, y algunos como el ovetense Juan Álvarez, un programador de 32 años, opinan que «no me gusta encasillar a nadie, estas tendencias dependen de los gustos y de aquello a lo que la gente esté acostumbrada». Y apostilla, «supongo que es más una cuestión de mercado, las cremas de hombre son mucho más caras».

Otros, como el avilesino Ricardo Vázquez, manifiestan claramente su descontento con la superficialidad que parece haberse apoderado de la mayoría de los mortales: «Me recuerdan constantemente que estoy gordo y si quisiera bajar lo haría, pero ahora no lo necesito». Está cansado de que todo se sustente en el mirar. «La mayoría de la gente se basa en modas, ahora vas a una discoteca y ya no se habla, sino que se ve la imagen. Ya no se conoce a las personas».

Aunque muchas veces, el cuidado de la apariencia se deba a exigencias del guion o, mejor dicho, laborales. «En el trabajo me exigen ir siempre afeitado, ser cuidadoso con la ropa y, por supuesto, nada de pendientes», matiza este vigilante nocturno, quien no titubea al afirmar que «en tu vida privada puedes llevar lo que quieras». Cuenta los problemas que genera a veces enjuiciar por el aspecto. «Un amigo mío que es taxista lleva barba y las típicas camisetas de Iron Maiden y hay señoras que dudan de subirse al taxi, cuando él es totalmente fiable». Para Vázquez la moda de su generación es la más sencilla de encuadrar: «La generación de personas de 40 años se caracteriza por ser bastante normal».

Pues eso, que «la normalidad» parece ser la auténtica moda que consigue perdurar entre los hombres, o al menos entre algunos de los portavoces del género que ayer se paseaban por las calles de la capital del Principado aprovechando los últimos coletazos de un verano que no acaba de llegar. La mayoría, frente a las modas, prefieren ser ellos mismos. Siempre. Como José Ignacio Iglesias, un estudiante de Medicina al que a sus 19 años sólo le interesa «ser normal». Ni metro ni retro. Normal.

La mayoría de los consultados sostiene que la metrosexualidad ha entrado en su declive

«Me recuerdan constantemente que estoy gordo y si quisiera adelgazaría, pero no lo necesito», indica Ricardo Vázquez

Übersexual, ni mucho ni poco

George Clooney representa el paradigma del nuevo hombre: más fino pero sin perder masculinidad, es el übersexual. En esta categoría encajan perfectamente Senén Iglesias y Juanjo Torres. Ambos se cuidan, «pero sin obsesionarse», afirma Torres. Este ibicenco, que pasea sus piernas depiladas por la capital, no se considera un metrosexual, sino un hombre «actual». Con un fuerte atractivo viril, ambos se alejan de la metrosexualidad y se acercan al hombre clásico pero con matices: «Hago mucho deporte, no bebo y no fumo», declara el ovetense Senén Iglesias, quien, no obstante, no perdona un buen culete de sidra.

Retrosexual, el hombre de moda

Una involución en la masculinidad. Ni übersexual, ni metro. Los retros miran hacia los modelos masculinos de tiempos pasados. Con una chulería propia del macho español pero con ciertos aires de modernidad. El mejor representante es Javier Bardem. Pero este término tan ambiguo también encaja con el bilbaíno Íñigo Parraga, para quien la metrosexualidad «es una moda inventada que tarde o temprano se pasará». Él lo tiene claro a la hora de definirse, con su barba de tres días tan característica de los retro, es «un hombre normal».

Metrosexual, culto al cuerpo

La metrosexualidad tan en boga en años anteriores está en decadencia, o eso dicen los cánones de masculinidad. Aunque no le gusta el término, Pablo Menéndez podría ajustarse al perfil. Él se quiere y se cuida: «Me echo cremas. Nunca olvido perfumarme antes de salir de casa y me gasto mucho dinero en ropa». Este monitor de gimnasio pasa horas haciendo deporte: «Un buen físico abre muchas puertas». Pese a que David Beckham sea el icono universal de la metrosexualidad, para él fue el presentador Jesús Vázquez quien inició la moda del culto al cuerpo entre los machos ibéricos.

Clásico, el perfil que no se pasa

Juan Pedro Rodríguez, de 62 años, comparte con el personaje de ficción Mauricio Colmenero su concepción clásica del hombre, y es que Rodríguez es un hombre de los de toda la vida. «No me depilo», asegura. Al contrario que el personaje de ficción, este ovetense se muestra respetuoso con todos los que deciden cuidarse. Aunque asegura que lo de ser metrosexual «es una moda que se debe a un cambio de vida que están experimentando las nuevas generaciones». A pesar de que no se fija mucho en la gente, cree que el que de verdad está de moda es el retrosexual, «de esos hay muchos».