Siempre he sido muy fan de la comida italiana, por su textura carnosa y nombre romanticón. Pero desde que descubrí a Balotelli he empezado a mirar a los espaguetis de otra forma. Por una parte no me viene mal este repentino rechazo al carbohidrato, pero reconozco que no era necesario adquirir este trauma pasados los treinta. Escuché la palabra Balotelli en la radio por primera vez, y por su musicalidad me hizo imaginarme a un italiano meloso de ojos verdes y melena rubia al viento, de esos que hacen malabares con el balón y sólo marcan por la escuadra. Balotelli, Balotelli?repetía mi subconsciente. Comprenderán ustedes el impacto visual que me llevé con este hombre, con su corte de pelo a lo marciano de la serie «V», y con esa retirada de camiseta y ese levantamiento de hombros cual orangután que me hizo tirar el tenedor en plena cena. Por eso ya no me fío ni del relleno del ravioli. A saber quién se esconde detrás de Buittoni o de Giovanni Rana?