Gijón, Selene ALONSO

Puede que la noria de la «Semana negra» no haya sido escenario de míticas escenas del cinematógrafo, como aquella de Viena que acogió a Orson Welles para el interrogatorio de «El tercer hombre», pero seguro que los 48 vagones de este mecano gigante esconden muchas historias. De miedo, de amor, de vértigo... Y no sólo en Gijón, también en Málaga, Sevilla, Torrelavega o Albacete, algunas de las capitales que la atracción visita a lo largo del año.

La noria que ilumina la noche de la «Semana negra» en Poniente tiene capacidad para 240 personas en cada uno de sus viajes que, siempre y cuando la velocidad de 40 kilómetros por hora no se lo impida, disfrutarán de unas magníficas vistas panorámicas a 53 metros de altura. Lo que equivale, aproximadamente, a un noveno piso y lo que la convierte en la segunda noria más alta de España, sólo superada por la de Valencia. Aunque por muy alta que sea, la elevada velocidad de sus giros impide que se la considere como una verdadera noria panorámica. «Esta noria no fue pensada para disfrutar de las vistas, sino para entretener en las ferias», asegura Francisco Sánchez, encargado de la instalación.

No hay por qué tener miedo: 1.700 tornillos sujetan esta estructura de 170 toneladas que requiere de ocho traíleres para su traslado y de por lo menos cinco días de montaje, que este año ha sido un poco más dificultoso por lo ondulado del terreno del recinto en el que se ha ubicado la «Semana negra», en suelo del antiguo astillero de Naval Gijón. «La verdad es que el emplazamiento de este año está mucho mejor que el del año pasado, pero lo que es el suelo deja mucho que desear», sostiene Sánchez, quien añade en todo irónico: «Puede que algún día encuentren un sitio bien ubicado, con buenas instalaciones y en el que los vecinos no tengan problemas».

Como las buenas prácticas ambientales llegan a todas partes, 28.000 bombillas led han lavado la cara al que se ha convertido, a fuerza de costumbre, en uno de los puntos de referencia de la «Semana negra» gijonesa. Esta reforma lumínica no ha sido impedimento para que los más fieles a la feria multicultural (tan literaria como de ocio) reconozcan tras un enorme símbolo de dólar esa noria que Atracciones Sánchez trae a la ciudad todos los veranos desde hace ya década y media.

Los Sánchez son una familia de feriantes de Jaén que cuentan con otras dos norias de 30 y 34 metros de altura con las que visitan muchas más ferias, más de veinte al año, dada la mayor facilidad de transporte, montaje y ubicación de las mismas. Pero aun así tampoco han conseguido escapar de la crisis y este año aseguran que, por lo visto en el tiempo que llevan en Gijón, «hay muchos menos visitantes», en palabras del encargado de la atracción. La recesión alcanza a todos los bolsillos y también a la cuenta de resultados del feriante, al que este año le costará más sudor afrontar los 12.000 euros que cuesta montar y desmontar este coloso mecánico.