Avilés, Olaya GONZÁLEZ

Avilés es una ciudad con espíritu internacional, y no sólo por el continuo ir y venir de turistas que se acercan atraídos por el encanto del Centro Niemeyer. Países como Inglaterra, Francia o Japón están representados en la ciudad en forma de espacios verdes. Estos jardines de estética inglesa, francesa y japonesa, ofrecen una oportunidad única de disfrutar de un momento de descanso en un marco inigualable.

Es posible que el más conocido de todos ellos sea el parque de Ferrera, diseñado siguiendo las características del paisajismo inglés, del que son representativos los árboles dispersos y los jardines cerrados. Este es el espacio verde más grande de Avilés, y cuenta con innumerables ejemplares de árboles y plantas, tanto autóctonos como procedentes de otros países. Este parque era, en sus inicios, propiedad de los marqueses de Ferrera, que lo usaban como jardín botánico para nutrirse de alimentos. Tras diversos problemas económicos fue vendido al consistorio local. Desde entonces, el parque se ha convertido en un importante atractivo turístico de la villa y un espacio ideal para disfrutar de la naturaleza en pleno centro urbano.

El ejemplar que más llama la atención a los visitantes es el famoso «árbol tumbado», que lleva tras de sí una verdadera historia de supervivencia. Este carpe nació hace 28 años, y se vio afectado por el huracán «Hortensia» en 1984. Las rachas de viento no consiguieron derribar este carpe, pero sí lo tumbaron hasta tal punto que llegó a tocar el suelo. Con cuidados, se ha mantenido.

Además, el parque de Ferrera también alberga los dos árboles más viejos de la comarca; un tejo y una haya roja. Los expertos estiman que el tejo pueda tener más de 400 años, por lo que ya se encontraba en la finca antes de que el palacio fuera construido. El haya, también conocido como «árbol de la marquesa», porque fue plantado por ella, tiene tres siglos de vida.

Dentro del mismo parque se encuentra el jardín francés, llamado así porque tras la construcción del palacio de los marqueses de Ferrera, unos nobles de Versalles les cedieron uno de sus jardineros. Hoy sólo se conserva una pequeña parte de su patrimonio original. En sus inicios contaba con multitud de esculturas, fuentes y setos. Actualmente quedan en píe unas estatuas en forma de perro, unos copones sobre las fuentes y algunos bolardos. El elemento más característico en pie, es la pérgola que conducía al antiguo cenador.

El espacio construido más recientemente es el jardín japonés, en los exteriores del Niemeyer. Con él se ha conseguido un singular contraste entre la estética zen del espacio oriental y el aire brasileño que aportan los edificios diseñados por Oscar Niemeyer. Su principal función es dar la bienvenida a los pasajeros que desembarcan de los cruceros.

La pérgola es el elemento más característico que sigue en pie en el jardín francés de Ferrera