Avilés, Carlos HERAS

Malú Arias y Manuel Anadón tienen un tercer hijo, se llama Ahmer y ayer llegó a Avilés procedente de los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia). Ya es el sexto año que el niño pasa unas vacaciones «en paz» con la familia asturiana. «Donde comen cuatro comen cinco, y seis», asegura Arias, que anima a acoger a un niño saharaui y vivir esta experiencia. Su familia lo hace «por ayudar» y porque le tienen «mucho cariño», añadió Jorge González, su hijo de catorce años. Malú Arias asegura que sus hijos «aprenden mucho» con esa experiencia: «La primera vez le enseñaron a utilizar el agua, a lavarse los dientes...». Anadón explicó que «el primer año vienen desnutridos y con ropa inadecuada». «Para sus familias es muy importante colocar a un niño en el programa» ya que, según Anadón, supone una mejora en las condiciones de vida de toda la comunidad, al volver con ropa, medicamentos y dinero. «Lo que se llevan allí se reparte luego entre los más necesitados», comentó.

El primer grupo de los 250 niños que pasarán el verano en Asturias llegó ayer al centro sociocultural de Los Canapés. Los niños pasarán dos meses en la región. Les acogen familias que hacen un esfuerzo en época de crisis participando en la XIX edición del programa «Vacaciones en Paz». «El compromiso de Asturias es muy grande, incluso en tiempos de crisis», destacó Ahmed Salama, delegado Saharaui en Asturias. «Aquí ha bajado poco el número de familias que acogen niños; en otras comunidades se ha rebajado a la mitad», dijo. Pero ayer, los protagonistas eran los pequeños y no la economía. «Aquí he aprendido el idioma y he hecho muchos amigos», contó Fatimatu Bachir, que acude a España por sexta vez.

Lucía Rodríguez, otra participante en el programa de acogida, deseó «que puedan seguir viniendo, pero que deje de hacer falta». Confía en que «haya más compromiso de la clase política y que los saharauis puedan volver a su territorio».

«Generalmente el estado de salud de los niños es normal. A veces vienen con enfermedades leves que allí pueden complicarse, pero que aquí se curan fácilmente», explicó Alberto Suárez, vicepresidente de la Asociación Asturiana de Amigos del Sahara. También quiso aclarar que los niños «vienen de familias estructuradas» y que, aunque echen de menos a sus familias de acogida, «no se les crean necesidades, no se acuerdan de la consola».

Nayen Haidi, un muchacho de nueve años, va a aprovechar su estancia en la región para operarse de una labiotitis. Este será el segundo verano que pase en Santa María del Mar. «Hace un año vino y le intentamos operar», contó Carmen López. Su marido, José Álvarez, explicó que entonces «lo tenían todo preparado, pero faltó la autorización, que tienen que dar altos cargos de allí, además de los padres». Silvia Gándara, de Avilés, relató que es la primera vez que participan en el programa de acogida. «Ya conocía el proyecto y me enteré de que hacían falta familias a través de la prensa local», explicó. «Ambos trabajamos y para poder conciliar, el niño irá a los Talleres Infantiles de Avilés (TIA)». «Intentaremos ir a la playa, introducirlo en la vida cotidiana de aquí», dijo.

Hoy llegará el segundo grupo de niños que tendrá dos meses por delante lejos de las altas temperaturas y de las penurias de vivir en un campamento de refugiados.