Difícil es describir la quinta de abono, más que nada porque hubo de todo. Desde dos cornadas hasta la cara de susto del sobresaliente, Álvaro de la Calle, ya que después de llevar años sin torear se le venían encima nada más y nada menos que «torazos» de meter miedo de La Quinta.

Y con todo eso, una, que no paraba de acordarse de las predicciones del compañero José María Ceinos, que horas antes vaticinaba un martes 13 movidito, pidió tomar una imagen de los cirujanos Pablo San Miguel, jefe de cirugía del Hospital de Cabueñes; su antecesor, Raúl Obregón, Salvador Artime y la hematóloga de la Cruz Roja Loida Corbillón.

Todos hicieron falta, los médicos oficiales de la plaza Roberto Veiga y Nacho Domínguez y los anteriores que acudían a la plaza a disfrutar de la corrida.

De hecho, tanto Antonio Ferrera como Javier Castaño agradecieron a todo el cuerpo médico dejarlos salir al ruedo a concluir su tarde y respetar, como apostilló Ferrera en el brindis a los dos médicos de la plaza que tan bien atendieron a los dos toreros heridos, «el alma del torero».

Ni que decir tiene que tanto en los tendidos como en los palcos los aplausos y los gritos «¡Torero, torero!» adornaron una tarde absolutamente gloriosa para los dos matadores , el sobresaliente, el ganadero y para el Bibio, que echó de menos a bastantes asiduos que, sin duda, lamentarán no haber acudido a la hasta ahora mejor corrida. Por la noche, en pleno regocijo taurino, la peña José Tomás celebró su tradicional cena de Feria.