Probaron, les encantó y han repetido. Un grupo de niños de Kiev ha llegado de nuevo de la mano de Expoacción a Gijón: el verano pasado, diez niños ucranianos disfrutaron durante un mes y medio de la playa y fiestas asturianas gracias a las familias que los acogieron desinteresadamente en la ciudad. Este año, casi todos han repetido la aventura.

«Es una experiencia magnífica que enriquece tanto a los niños como a las familias que los acogen». Así resumía Jesús Santos Villagrá, presidente de la organización solidaria Expoacción, la iniciativa. Ayer, los nueve niños procedentes de Kiev y Bielorrusia, que este año han sido acogidos por familias de Gijón, fueron recibidos en el Ayuntamiento en un acto al que asistió la concejala de Bienestar Social, Eva María Illán. Después, los niños visitaron el Acuario y el Jardín Botánico, donde compartieron una comida campestre y disfrutaron de una visita guiada por el destacado entorno natural. Los pequeños, con edades de 6 a14 años, llegaron a Asturias el 10 de julio y se quedarán en el Principado hasta mañana, 22 de agosto. La época estival es sinónimo de alegría para muchos, porque el verano gijonés supone un cambio de vida durante un mes y medio. En ese tiempo, los pequeños tienen asegurados todos los caprichos del mundo y, sobre todo, una alimentación sana para mitigar, en lo posible, los efectos que aún perduran de la catástrofe nuclear de Chernóbil. «Cuando le haces una analítica al niño, se ven deficiencias alimenticias. En la zona en la que vive escasean la fruta y los productos lácteos y eso se nota», explica Jorge Rodríguez, el «padre temporal» de Kiril, un ucraniano de 11 años que habla perfectamente castellano y está encantado de volver a Gijón: «Es el segundo año que vengo y me gusta todo, menos la fabada. Me encantan la playa, las piscinas, el Sporting y los pinchos de las sidrerías», confiesa. Kiril es un aficionado a la escalada y en Asturias cumplió uno de sus sueños: «El año pasado me llevaron a Quirós y pude escalar», recuerda.

Durante este largo mes de estancia, los niños pudieron conocer un poco más de la cultura española. Inna, de 10 años, tiene «muchas ganas de conocer el Botánico» porque «la playa me gusta, pero ya sé cómo es y quiero ver jardines como los que no hay en mi ciudad», confiesa. «Lo peor es que se está acabando», comenta Antón Castro, que acogió a Margarita, una niña de 6 años que «vive en un pueblo de Kiev de una forma bastante modesta con sus cuatro hermanos». Margarita tiene otros dos «hermanos» en Gijón, los hijos de Antón que «la cuidan como la hermana pequeña que es», explican.

A los niños que este año han pasado un mes y medio en Gijón les queda un día para despedirse de la ciudad. Mañana regresarán a su lugar de origen, donde, seguro, los estarán esperando ansiosamente. «Nos da pena que se vayan, pero sabemos que este momento iba a llegar. El año que viene , como explican dos padres, «estaremos aquí, otra vez, para llevarlos a la playa, al fútbol y darles lo mismo que tienen los niños de esta edad: felicidad».