No hay, por el momento, indicios de agotamiento en un género que ha pasado desde el cuarto de atrás al salón principal de los lectores. La novela negra reina ahí por su capacidad para contar realidades próximas y escarbar en los pliegues del poder. Eso es lo que, al menos, opinan Berna González Harbour y Santiago Roncagliolo, que ayer protagonizaron una de las "presentaciones cruzadas" de la "Semana negra" a una hora en la que la Argentina de Messi se jugaba su ser o no ser en el Mundial frente a Bélgica. Por la mañana y en un encuentro con periodistas, ambos escritores se mostraron convencidos de la salud y bondades de este tipo de narrativa.

"¿Puede morir de éxito?", se preguntó la creadora de la comisaria María Ruiz, para responder sin titubeos: "Mientras siga igual que ahora, contando los delitos y crímenes cercanos, su futuro está asegurado". Para la también directora de "Babelia", suplemento de cultura de "El País", la novela negra permite combinar bien entretenimiento y retrato social: "Ya no es lal invitada pobre y creo que la clave de su éxito está en esa conjunción".

"Sería paradójico que la novela negra se academizara, ya que se ha convertido en el género político-social por excelencia", subrayó, por su parte, Santiago Roncagliolo. Éste hizo resaltar que estamos ante un género que buscamos ahora para poder enterarnos de lo que ocurre en los distintos países: "Sabemos lo que pasa en Grecia por (Petros) Márkaris o lo que ocurre en Italia por (Andrea) Camilleri; acerca la literatura a la gente".

Ambos tienen novela reciente. Berna González Harbour acaba de publicar "Margen de error" (RBA), otro caso de la comisaria Ruiz, que sigue a una entrega que ya cautivó a los aficionados, "Verano en rojo". Ruiz regresa a un Madrid sacudido por la indignación y los suicidios de los trabajadores de una multinacional. Un relato que conserva ecos del escándalo de France Télécom. Santiago Roncagliolo ha vuelto al género negro (autor de una amplia obra pese a su juventud, había escrito antes "Abril rojo") con "La pena máxima" (Alfaguara). Ocurrente comentarista del Mundial en "El País", el narrador peruano recupera aquí al fiscal de distrito adjunto Félix Chacaltana y regresa a aquel año de 1978, cuando la criminal dictadura argentina buscó en el fútbol y en la albiceleste un lenitivo con el que mitigar su impopularidad.

Berna González Harbour, periodista también con un amplio bagaje en la cobertura de información internacional, adelantó que en su próxima novela dará un "descanso" a la comisaria Ruiz. No obstante tiene ya trabajo -algún párrafo convenientemente archivado en el ordenador- para la investigadora, que regresará en la cuarta novela de la escritora. "Para trabajar con ella tengo que saber todo sobre el personaje", señaló, en una confesión sobre el uso de su carpintería narrativa.

Santiago Roncagliolo, para quien la crisis económica española ha sido "otra pérdida de la inocencia", se mostró fascinado por la historia del siglo XX y por cómo los fascismos europeos del período de entreguerras prendieron en Latinoamérica en los años setenta: de Chile a Argentina. Dijo que escribió "La pena máxima" para "dar sentido" a su propia historia personal y denunciar la doble moral del Gobierno del Perú en aquellos días.