Qiu Xiaolong (Shanghai, 1953), una de las figuras que da lustre internacional al cartel de la vigesimoséptima edición de la "Semana negra", es el creador de uno de los investigadores más singulares de la actual novela policíaca: el inspector jefe Chen Cao. El pasado febrero se editó en España la última entrega de una serie que ha venido publicando Tusquets, "El enigma de China". El escritor, ceremonioso y sonriente, no sabe qué futuro le aguarda a su personaje, aunque en Francia se ha publicado ya un nuevo título. Profesor en la universidad de Ciudad de San Luis, en Misuri, hace tiempo que cambió el chino por el inglés en protesta por la situación política de su país. Ayer confesó que "El enigma de China" tiene un guiño español: el cuadro de Dalí "El enigma de Hitler".

-Chen Cao es poeta como usted. No abundan los policías con aficiones líricas...

-Sí, es una situación poco común. En realidad no sabía que mi personaje, que empezó como un intelectual, acabaría siendo un inspector jefe. Así que cuando lo convertí en policía conservé sus rasgos originales. En un momento dado, me di cuenta de que Chen Cao enriquece su perspectiva de las cosas gracias a ese punto de vista del poeta que también es.

-Chen Cao deposita una mirada crítica sobre la China actual y, al mismo tiempo, ocupa un alto cargo en el Partido Comunista. ¿No hay ahí una contradicción?

-La verdad es que está lleno de contradicciones. Es un personaje que estuvo ilusionado con la reforma china, diez años atrás. Pero ha pasado el tiempo y las cosas siguen igual, con un partido único y sin democracia. Se ha vuelto más cínico. Todo eso le lleva a enfrentarse con el partido y puede que en la próxima novela pierda su trabajo.

-Me ha llamado la atención el interés de Chen Cao por la gastronomía. En sus novelas se come, al igual que en las de la serie de Pepe Carvalho del fallecido Vázquez Montalban.

-Conozco esas novelas de Vázquez Montalbán y me encanta su trabajo. Carvalho es mucho más gourmet que Chen Cao. Éste empezó a preocuparse por la comida en "Muerte de una heroína roja", cuando yo todavía no había leído a Vázquez Montalbán. Después, me di cuenta de esas coincidencias y aún de otras. Pepe Carvalho también fue un comunista que acabó haciéndose más cínico. La comida es un símbolo, funciona como una alegoría de la pérdida de las ilusiones.

-Usted reside en Estados Unidos. ¿Podría escribir y publicar estas novelas en China?

-Creo que es imposible publicar mis novelas en China. Empezaron a traducirlas al chino, pero tenían que pasar por la censura y obligaron a que la acción se desarrollara no en Shanghai, sino en una ciudad H. Modificaron los nombres de las calles, de los hoteles y eliminaron párrafos. Protesté pero ignoraron mis quejas, así que me niego a publicar allí mientras no se respete el contenido de mis libros.

-Peiquin, uno de los personajes de "El enigma de China", se pregunta: "¿Qué está pasando en China?". Pues eso.

-Es la pregunta que se hacen todos los chinos. Desde un punto de vista material, las cosas están mejor: grandes edificios, autopistas... Y, sin embargo, hay mucha confusión espiritual e ideológica por la extensión de la crisis de valores. Lo que importa es el dinero y se multiplican los casos de corrupción. El pueblo está enfadado pero no puede expresarlo.

-¿Qué queda de la figura de Mao?

-Buena pegunta. En la China de hoy ha aumentado la fractura entre ricos y pobres, así que los ancianos se acuerdan con nostalgia de los tiempos de Mao. Pero es un mito porque también entonces había corrupción.

-"El enigma de China" muestra una sociedad en mutación y singular, comunista y capitalista al tiempo, pero con los mismos problemas de muchas sociedades occidentales: corrupción ligada al urbanismo, venalidad política...

-Es curioso, algunos autores que participan en la "Semana negra" me han comentado las similitudes con España. Yo no lo veo tan claro. Aquí tienen un sistema bipartidista, con oposición y medios de comunicación independientes, no subyugados como ocurre en China, donde los escándalos que se destapan es, claro, con la venia del partido.

-Usted dibuja las posibilidades de Internet como si fueran una válvula de escape social, una puerta a la libertad que también puede causar tragedias.

-Tiene, en efecto, enfoques diferentes. El Partido Comunista controla la información y ahora hay subterfugios, ciertas páginas, un blog que se puede colgar durante unas horas... Todo eso es importante porque permite escuchar otras voces, aunque hay mucho control gubernamental sobre Internet, con una policía específica que busca y rastrea los temas "sensibles". Un bloguero puede ser arrestado en horas y hablar de política trae problemas.

-¿Qué supuso la protesta y matanza de la plaza de Tiananmen para su generación?

-Los sucesos de 1989 marcaron un punto de no retorno, en el sentido de abrir los ojos a la realidad. Muchos de nosotros creíamos en la posibilidad de las reformas y en ser buenos ciudadanos. Lo que vivimos aquellos días nos quitó esa ilusión en un cambio. En aquel año organicé colectas y tuve problemas con el Gobierno, que prohibió la publicación de mis poemas; fui censurado. Desde entonces escribo en inglés y no en chino.

-Sus novelas transmiten muy bien lo que yo veo como otra contradicción de la sociedad china: la atracción y repulsión que siente al mismo tiempo por los nuevos ricos.

-La sociedad china fue muy pobre durante muchos años. No había acceso a los bienes de consumo. Eso se superó con el boom económico. Al mismo tiempo se cultivó un culto a la riqueza. El mismo Deng Xiaoping decía: "Ser rico es algo glorioso". Después de tanto tiempo de penurias, se produjo esa glorificación del consumo, aunque, pasados esos momentos iniciales, han empezado las reacciones en contra. En la China tradicional se creía en el confucianismo, en una idea de la armonía. Todo eso ha vuelto, así que es una sociedad que convive con las contradicciones.

-¿Habrá más novelas protagonizadas por Chen Cao?

-Es una pregunta que me hacen mucho mis amigos chinos. Después de "El enigma de China" su situación ha quedado en entredicho al resolver un caso que el partido preferiría tener oculto. El próximo año saldrá en España una nueva entrega que sí ya se ha publicado en Francia. Chen Cao tiene problemas y no queda claro si podrá recuperar su estatuto. La verdad es que a mí me gustaría que siguiera investigando. Es un subterfugio útil para hacer algunas denuncias. Creo que continuaré con el personaje.