Caldones suda literalmente por recuperar y mantener sus tradiciones. Ayer varios vecinos de la parroquia echaron la gota gorda para preparar "l'arbolón" para las fiestas del Carmen. Una tradición, muy arraigada en el oriente asturiano, pero que en Caldones habían perdido desde 1953 hasta que hace dos años decidieron recuperarla.

Cortaron un eucalipto de 25 metros de altura y lo transportaron hasta las cercanías del prao de las fiestas, junto a la antigua carretera a Pola de Siero. L'arbolón hará hoy su último kilómetro a hombros de los vecinos antes de ser puesto de pie por la tarde para que los valientes se atrevan a trepar por él y agarrar el preciado trofeo: un jamón que colgará del tronco.

"La idea de recuperarlo surgió a través de un trabajo de investigación en una publicación de la Academia de la Llingua, con la que colaboro. Hablando con José Rodríguez Acebal, "Joselín", un vecino de la parroquia y dueño del prao del que hemos cogido el árbol este año, me contó historias que el oyó de su abuelo, que le habló de la foguera y l'arbolón en las fiestas. El árbol iban a buscarlo los mozos, lo escogían y era un prestigio que lo cogiesen de tu casería", cuenta Xosé María Llábana, impulsor de la recuperación de las tradiciones en las fiestas. "En cuanto a la foguera, se perdió ya en 1903. La iglesia proclamó entonces que sólo era propia de las fiestas de San Xuan, así que la foguera desapareció del resto de celebraciones en las parrroquias", explica Llábana.

Sin embargo, Caldones ha recuperado l'arbolón y la foguera. Ambos serán protagonistas hoy, el primer día de fiestas, dedicado a "refacer les tradiciones". A las 20 horas habrá un taller de baile tradicional, y a las 21, se colocará el arbolón. Una hora más tarde recitará el pregón Xosé Antón Fernández Martínez, "Ambás", estudioso de las tradiciones asturianas. La fiesta se alargará con la "nueche en danza", amenizada con "Cantaruxare Pandereteros", y gaita y tambor. Todo ello sin sonido amplificado. Se encenderá la hoguera y el escenario estará abierto a quien quiera mostrar su arte musical.

Pero l'arbolón será lo que más expectación genere. Este año proviene de un terreno escarpado del barrio de Robledo, por el que ayer se adentraron los vecinos encargados de talarlo a base de hachazos. Algunos con más fuerza que maña. Y otros con enorme destreza, como Corsino Gago, que a sus 84 años arrimó el hombro para mantener viva la tradición de l'arbolón. "Di el primer y el último hachazo definitivo al árbol. Trabajé con la madera desde los 12 años hasta después de la mili", contó tras el esfuerzo antes de bromear: "Como bien, bebo bien, no tomo pastillas. Lo único que me hace daño es si bebo demasiado". Ahora, con las fiestas, podrá sin duda "comer y beber bien".