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Los guajes rockeros de Candás

La Escuela de Música de Carreño se ha convertido, gracias al profesor Alejandro Lafuente, en un vivero de pequeñas estrellas del rock and roll que interpretan versiones espectaculares de "AC/DC" y temas propios

Sobre estas líneas, los integrantes del grupo "Anhelo" en una de sus actuaciones. Debajo, Nicolás Lozano y Óscar García Guijo. teresa suárez/lne

Es un aula pequeña, con alumnos todavía más pequeños. Pero dentro se crea todas las semanas una magia muy grande: la magia del rock and roll. En este habitáculo lleno de cables, instrumentos y micrófonos, con las paredes llenas de murales y dibujos de tema musical, donde hasta el reloj de la pared tiene forma de guitarra, se dan cita los alumnos de la Escuela Municipal de Música "Miguel Barrosa" de Carreño, en Candás. Estos guajes se han convertido en todo un fenómeno viral en Internet, sobre todos los más pequeños de la escuela, gracias a un vídeo en el que hacen una versión de la canción "Highway to Hell" del grupo de hard rock "AC/DC". Su versión a la asturiana se titula "Triciclo infernal" y la interpretaron recientemente en el festival "Rebolleres Rock" de Candás. De esta escuela candasina han salido cuatro grupos de rock. De menor a mayor edad se llaman "Mono de acero", "El lado estúpido de la fuerza", "Fracaso escolar" y "Anhelo". Estas son algunas de sus historias.

Teo Pereda, con sólo 6 años, canta con "Mono de acero" y es el más joven del grupo. Entró en la escuela a los 3 años. Cuando le tocó elegir un instrumento, no dudó: guitarra eléctrica. "Y desde el principio muy bien", cuenta su madre, Isabel Piñeiro. "No le damos mucha importancia en casa. Ye un poco afición, con 6 años no se puede saber si van a seguir, en dos días cambian". Por su parte, a Teo le encanta que se hable de él y salir en LA NUEVA ESPAÑA: "Estoy superilusionado", afirma.

Hay familias enteras apuntadas en la escuela. Aunque tocan por separado. Es el caso de Moisés Suárez (bajista y padre), María de los Ángeles "Geli" Rodríguez (madre, batería y además pintora), y los hijos Jaime (guitarrista de 9 años) y Eva Suárez (pianista y cantante de 12 años). Moisés, el padre, fue el último en entrar. "Al grupo de adultos le faltaba alguien e insistieron hasta que me metí. Y ahora ya no puedo salir, como todos", explica entre risas. Su mujer fue la primera en apuntarse . Los hijos llevan 4 años en la escuela: les gusta. Lo que no ve su padre es un ensayo familiar: "De momento, no. Lo que yo hago es que muy ruidoso para ellos".

Cuando habla de sus hijos, como todos los padres de estudiantes de la escuela, a Moisés le embarga el orgullo. "Cuando Eva tenía dudas, al principio la podía ayudar con el piano, ahora tiene tal nivel que aprendo yo de ella", confiesa. Moisés no quiere forzar a sus hijos a seguir con la música. "Les digo: en el momento que en os aburráis, lo dejáis. Si no, yo no le veo sentido al rock ni al solfeo. Si siguen y les gusta, fenómeno", añade.

En el mismo conjunto que en el que toca Jaime Suárez, y también con la guitarra, está Nicolás Lozano, que a sus 13 años es el mayor de "El lado estúpido de la fuerza". Lleva 4 años en la Escuela de Música de Carreño. En casa, ensaya todos los días cerca de media ahora. "A mis padres les gusta que toque". Ha participado en la grabación de dos discos colectivos de todos los alumnos de la escuela. El primero de ellos se tituló "Rock'N'Guajes".

Daniel García Guijo, de 16 años, entró "de rebote" en esta escuela de rock, después de su hermano Óscar, de 11 años. Desde pequeño, Daniel quería tocar la guitarra eléctrica. Pero entonces el profesor de este instrumento en su colegio no se lo permitió, alegando que a esa edad no podía ni sostener la guitarra, relata la madre de los dos, Ángeles Guijo. "El pequeño nació ya con ritmos. Cuando vio una batería ya supo dónde tocar". Los grupos de la Escuela están estratificados por niveles que suelen corresponderse con la edad, pero los dos hermanos se empeñaron en tocar algo juntos. Y lo lograron, a pesar de llevarse cinco años.

Daniel y Óscar escuchan rock y heavy en casa. Y allí ensayan. Uno tira hacia "Metallica" y la composición. El otro, hacia "AC/DC" y la improvisación. "Es parte de su vida. El pequeño lo vive. No le gusta el lenguaje musical y a ninguno cantar", declara, divertida, su madre. Ella está muy orgullosa de esta faceta de sus hijos: "Ocupan la mente en algo constructivo".

Pero, ¿quién enseña a estas promesas asturianas del rock? Se trata de Alejandro Lafuente, "Lafu", el profesor de guitarra eléctrica, bajo eléctrico y batería, que lleva más de 8 años en la institución. También es docente en la Escuela de Música de Grado, que lleva junto a su esposa, Rebeca Velasco. "Estudié un poco en el Conservatorio, pero enseguida me soltaron por buena conducta", recuerda con ironía. Lleva más de 15 discos grabados y actualmente trabaja con "cuatro perros" tocando jazz fusión. Se confiesa poco conocido: "La fama me elude, terca". La idea de estas clases flexibles para niños de todas las edades surgió de unas acampadas. "Empecé con unos campamentos con Rebeca de música y naturaleza. Llevamos instrumentos modernos y viendo cómo funcionaba con los chicos, cómo disfrutaban y lo rápido que aprendían, vi que era exportable a cursos largos", explica Lafuente. "Desde hace 3 años está funcionando perfectamente, tengo familias enteras de alumnos: padre, madre e hijos", añade. Las clases individuales duran 30 minutos, y las colectivas una hora a la semana, más otra de lenguaje o armonía. Tocan toda clase de canciones, y, según el docente, "la mayoría las inventamos. Me dicen una letra, vamos consiguiendo que rime y le ponemos forma". Con él hay intérpretes de todos los instrumentos, aunque el que más éxito tiene es la batería.

En la escuela hay unos 200 alumnos. "Es un gran éxito", dice Lafu. Cuenta que hay bastante mezcla entre hombres y mujeres. "El rock está perdiendo esa cosa machista que tenía. Costaba mucho encontrar a una mujer que tocara la guitarra. Además, tengo que agradecer a los padres que sean tan sensibles a la cultura y al rock and roll. En generaciones anteriores no tenía tanto atractivo para las familias. Y también agradezco la sensibilidad del Ayuntamiento, que nos mima".

"Lafu", un músico de temperamento calmado, disfruta enormemente de su trabajo. "Es muy cansado, a veces agotador, porque los críos tienen mucha energía, pero es enormemente satisfactorio. Me lo paso como un oso. Los chavales están felicísimos". Y las jóvenes promesas del rock corresponden con el afecto que les dedica. Isabel Piñeiro, la madre de Teo Pereda, asegura que su hijo se entiende muy bien con Lafu. "Teo es muy nervioso y Lafu muy tranquilón, es el equilibrio perfecto". "Nos llevamos bastante bien", comenta Pereda. Ángeles Guijo, la madre de Óscar García, tampoco ahorra elogios. "Cuando Óscar era más pequeño, hablar de Lafu era como hablar de Dios".

Esta cantera del rock asturiano no sólo toca en la escuela y en sus casas. Actúan por las plazas de Candás, anualmente en el Ateneo de la Calzada, en el Día de les Lletres Asturianes -en el último pase, Moisés Suárez afirma que "se armó la de San Quintín, los guajes al salir se tiraban y les pedían autógrafos"-, en fiestas rurales, además de hacer intercambios con otras escuelas. Donde saltaron a la fama fue en el festival candasín "Rebolleres Rock", celebrado el pasado 27 de julio. Arrasaron. "No sé si era por el escenario más grande, pero se motivaron. La gente empezó a aplaudir y a llamarlos guapos y se crecieron más. Tocaron 'Soy un malo', 'Triciclo infernal' (su peculiar versión del 'Highway to hell') y 'No me gusta ir al cole'", rememora Isabel Piñeiro, la madre de Teo. "Fue una pasada. Increíble, la gente se volvía loca con ellos, pensaban que iban a hacer ruido y fliparon, melodía y todo. Estaban muy quietos, nada de jugar ni de hacer el tonto", recuerda Ángeles Guijo, la progenitora de Daniel y Óscar. Para Nicolás Lozano fue "una experiencia muy interesante, el escenario era enorme y se oía muy bien". "Un éxito tremendo, los guajes gustaron lo que no está escrito", apunta, orgulloso, Lafu. Y Teo Pereda, toda una estrella del rock, zanja: "Bien, estuvo chulo".

Todavía es pronto para adivinar el futuro de estos guajes prodigiosos, pero por lo pronto, Lafu ya quiere hacer un vídeo "con una empresa seria", tras ver el éxito en Internet de sus pupilos. Además, están preparando un nuevo álbum. "Alguna versión habrá, pero casi todo serán temas origina les", elaborados durante el transcurso de las clases, anticipa el docente. Para él, los chicos "llegarán a donde quieran, a donde hombre alguno no ha llegado jamás", añade divertido.

Moisés Suárez, el padre de Jaime y Eva, lo ve difícil, pero está más que dispuesto a apoyarlos en su camino hacia el estrellato musical: "Vivir de eso es complicado, que hagan lo que quieran. Si siguen y les gusta, conmigo que cuenten. Son muy jóvenes todavía". Nicolás Lozano, a pesar de ser un apasionado de la música, no quiere hacer de ello su modus vivendi: "Mientras pueda, me gustaría seguir tocando, pero me quiero dedicar a hacer videojuegos", sentencia. Es Teo Pereda, el benjamín, quien lo tiene más claro. Él quiere ser una estrella del rock "como los Black Keys".

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