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La primera huella de los legionarios romanos aflora en A Recacha

Un equipo del CSIC halla objetos de un campamento del siglo I a. C. en Ibias

De arriba abajo, el equipo de arqueólogos encargados de la búsqueda de objetos; Alejandro Beltrán y Luis Arboledas muestran el hallazgo de una pica, y la pica encontrada ayer. d.a.

Bajo la tierra se guardan aún grandes secretos del pasado. Y a desvelar alguno de ellos se dedican estos días, entre los concejos de Ibias y de Navia de Suarna (Lugo), en concreto en la montaña de A Recacha, un grupo de arqueólogos del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Allí han comenzado las investigaciones en un área de la que hasta el momento se sabe fue un campamento militar de la legión romana en la época de la conquista de la Península, entre los años 26 a.C. y 19 a. C. Y han comenzado a realizarse los primeros hallazgos. Precisamente ayer, el segundo día de investigación, se encontró una pica destinada a la sujeción de las tiendas de campaña que "demuestra que los legionarios romanos estuvieron acampados aquí", explica Almudena Orejas la científica que lidera el equipo.

Los investigadores saben que al tratarse de un asentamiento militar el registro arqueológico que se puede encontrar es más modesto que en otros emplazamientos. No obstante, el hallazgo de objetos de la época tiene para ellos un carácter más anecdótico que útil para avanzar en sus investigaciones. Aseguran que más importante es el estudio del suelo en la zona, que les ofrece datos más fiables y precisos de la época. "Conseguir muestras de la tierra nos permite realizar dataciones más precisas y obtenemos información sobre el paleoambiente", subraya Almudena Orejas.

A la entrada del recinto de A Recacha se puede ver una zanja en la que trabajan los científicos tomando muestras y realizando medidas de las diferentes capas en las que está dividido el suelo. El arqueólogo Javier Sánchez-Palencia explica cómo en el corte de la zanja se pueden ver diferentes tipos de suelo que van desde la época anterior a los romanos hasta la actualidad. El investigador insiste en que cogiendo una muestra de ese suelo, en concreto de una parte en la que se apreciaban raíces de brezo, se puede datar con absoluta certeza la época en que fue cortado ese arbusto "y, por lo tanto, nos dará la fecha exacta en la que fue construido este campamento".

Además del estudio del suelo, se están llevando a cabo prospecciones con un detector de metales que identifica elementos en los niveles más superficiales de la tierra. Con este trabajo se pretenden encontrar restos de armas, tachuelas de la vestimenta de los legionarios o elementos constructivos, como fue el caso del hallazgo de la pica. El estudio del terreno se va realizando de manera sistemática y marcando las zonas en las que aparecen objetos para realizar un posterior estudio topográfico que permita contextualizar la pieza encontrada. "No se trata de coger piezas y llevarlas, sino de saber en qué contexto está esa pieza, porque para nosotros el contexto es igual o más importante que la pieza", puntualiza la directora del equipo.

El campamento de A Recacha fue descubierto en el año 2000 por el arqueólogo ibiense José Antonio Ron durante sus trabajos para el inventario arqueológico del concejo. En ese momento, también se descubrió el de A Granda das Xarras, que es el más importante de ellos por su tamaño, de 5,5 hectáreas. Ambos están situados al sur del pueblo de Pelliceira, entre los concejos de Ibias, Candín (León) y Navia de Suarna (Lugo).

Los trabajos en estos asentamientos militares, de más dos mil años de antigüedad, comenzaron en 2012 con un estudio documental. El año pasado se inició el trabajo de campo en A Granda das Xarras donde se encontraron importantes hallazgos, como son una lanza de 1,80 metros, el clásico pilum de las legiones romanas, y se pudo delimitar el perímetro de la fortificación y sus posibles lugares de entrada y salida.

Hasta el 27 de agosto los trabajos de investigación continuarán en el campamento de A Recacha, de unos 7.500 metros, que tiene la peculiaridad de apartarse de la característica regularidad de los asentamientos romanos de finales de la República para adaptarse al terreno en el que se asienta, en este caso curvo. A este tipo de emplazamientos los romanos los denominaban "castra necessaria" porque se adaptaban "a las posibilidades del terreno y a las necesidades de control del territorio", según Orejas.

Los trabajos en estos yacimientos se están realizando gracias un convenio de colaboración entre los tres ayuntamientos y el CSIC.

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