Sergio González es el cura pagano de Cudillero desde hace tres décadas. Cada primero de julio bautiza "a su manera" a aquellos foráneos que quieren ser pixuetos (gentilicio de los vecinos de la parte baja de la villa de Cudillero). "No hay otra forma de ser pixueto; me da igual el apego que tengan a Cuideiru. ¡El que quiera presumir de esta tierra tiene que pasar por la fuente el Canto!", gritó ayer justo antes de empezar una faena que tiene su origen en 1963.

A las seis de la tarde, los aspirantes a ser pixuetos tuvieron que sellar su pacto de amor con la villa tocando el remo que estiró el particular cura. Cudillero tenía el primer bautismo 'fiestero' cinco minutos más tarde. Ayer se contaron 50 momentos bautismales.

Mía Outeiro García, un bebé de tan sólo 16 días, fue una de las primeras en llegar a la particular pila. "No se bautizará en la iglesia, pero este rito pixueto no puede faltar", dijo su padre, Javier García, un pixueto de nacimiento afincado ahora en la ciudad de Gijón.

A la cita no faltaron familias enteras. La que capitanean Carmen Mínguez y Aurino Gancedo fue una de ellas. El segundo, odontólogo de profesión, oriundo de Colunga y residente en Oviedo, visitó por primera vez Cudillero en 1979. Llegó a la capital pixueta por motivos de trabajo. "Nunca más olvidé esta villa, que ahora visito dos veces por semana", dijo. Ayer, acudió a la cita pagana con su esposa, su hijo, su nuera, su consuegra y la mascota de la pareja joven, "Tiger". "No sabíamos que con sólo apuntarse ya pueden participar en este fiesta, se siente mucha emoción", añadió. Y emoción fue la que sintió el nuevo alcalde de Cudillero, Ignacio Escribano, que también pasó por la pila (casi de los primeros) ante la mirada atenta del público. La sonrisa que dedicó a su hija pequeña tras recibir el bautismo lo dijo todo. "¡Ya es por fin pixueto!", destacó una voz del público, tal vez conocedora de que Ignacio Escribano es madrileño de nacimiento.

La jornada dio para las anécdotas. La pixueta Laura Marqués logró que su amiga Patricia García se bautizara "por el rito pixueto", pero no sólo con agua. El cura pagano Sergio González permitió en esta ocasión que se utilizara un poco de harina. "Es una pequeña venganza", aclaró más tarde la instigadora.

Sergio González cumplió con la tarea pasadas las seis y media de la tarde. La mayor parte de los aspirantes a pixuetos tuvieron que admitir antes de irse que sólo el agua de la Fuente del Canto "permite ser pixueto de rango". Tampoco faltó una promesa: "Ahora tenéis que jurar que llevaréis lejos y con orgulloso el sentimiento pixueto".

A la cita no faltaron las canciones típicas pixuetas. Tampoco el "Asturias, patria querida" ni esos versos que dicen "ya miantras Cuideiru viva y duri la Fuanti'l Cantu, bautizámusti con agua, aunque sea sin el Santu".

Tras el trabajo, el cura pagano bajó por las escaleras del anfiteatro el último, junto a Manuel Alfredo Fernández, uno de los hijos del ideólogo de este rito, Paulino Fernández. Para entonces ya había entregado los diplomas que acreditan que algunos son hoy "pixuetos festejos". Ahora guardará con el mejor de los cuidados la balda, el recipiente donde se guardaba antaño el pescado, ahora utilizado en el bautizo pixueto para derramar el agua sobre las cabezas.

El año que viene promete "más fiesta y más agua" para cerrar los cinco días de fiesta en honor a San Pedro y San Pablo que celebra por todo lo alto la villa pixueta.