Cortar, picar, aliñar, sazonar, emplatar y degustar. De todo hicieron ayer un grupo de nueve niños reconvertidos en chefs por un par de horas y con unos comensales de excepción: sus propios padres. En la Terraza de la Laboral, de mano de un experto cocinero y con todos los ingredientes ecológicos y a la mano, los pequeños, de entre seis y doce años, demostraron que el culinario es un arte al alcance de todos.

Basta un poco de paciencia y el convencimiento de que "cocinar es mejor que las cadenas de comida rápida", acostumbrados como están muchos de ellos a ver programas televisivos donde el chef es el héroe. "¿Dónde están la vitrocerámica y el horno?" se preguntó Jorge López en cuanto llegó a la Terraza, dispuesto a maniobrar entre fogones.

No les hizo falta, porque el menú de la noche estuvo compuesto en su mayor parte por ingredientes frescos del huerto ecológico de la Laboral, lavado a conciencia ("muy importante", como les indicó el cocinero Hugo Sánchez, del equipo de Sergio Rama) y recién recogido de la tierra. Tanto que los niños fueron los encargados de recolectar los pepinos sobre la marcha.

Con ellos, tomates, patatinos, yogur ecológico, un aliño de sal, pimienta y aceite de oliva extrafino prepararon un entrante "muy fácil", como reconocían los hermanos Carla y Raúl Fernández, acostumbrados a "ayudar en casa cuando podemos". Ayer, en vivo y en directo, se afanaron al máximo para dejar a los padres con la boca abierta, porque "nos gusta mucho la cocina, aunque la verdura no tanto".

El segundo entrante consistió en un "wrap" de muslos de pollo asados a la brasa en carbón natural. Los aprendices de chef sólo tuvieron que preparar el aliño de ensalada, con tomate y lechuga, y envolver los trozos de pollo en tortitas de maíz y trigo. "No se me cierra", lamentaba Elena López mientras se chupaba los dedos e intentaba enrollar el wrap convenientemente, embadurnada en salsa de mostaza y mayonesa.

El plato principal consistió en un cachopo de ternera asturiana ecológica, queso de Gamoneu de la pasada temporada y jamón de gochu asturcelta con patatinos, pelados por los niños. De postre, macedonia de frutas con manzana "de la asturiana de hacer sidra", naranja, fresas del huerto y piña. "Muy rico todo", confesaba Elena López, a quien le gusta "más la fruta que la ensalada".

Germán y Andrés Díaz, el benjamín con seis años, se lo pasaron en grande picando a toda velocidad, preguntando y aprendiendo de manera divertida "que es de lo que se trata", recordaba el cocinero Hugo Sánchez entre consejo y consejo.

El resultado final, emplatado y decorado, se sirvió como cena final para niños y padres, un total de diez adultos que pudieron paladear el buen trabajo de sus vástagos. "Ha sido una buena idea el traerlos, les gusta mucho la cocina y así aprenden sin ensuciar en casa", bromeaban Ana Rodríguez y Nacho López mientras observaban las labores culinarias. "No hemos dejado cena en casa, así que nos comeremos todo lo que nos den, seguro que está muy bueno", aseguraban entre risas, encantados con una afición que "les ha llegado por la tele, ven todos los programas de cocina que ponen".

La actividad, pionera en el formato de hijos que cocinan para padres, ha resultado todo un éxito que podría repetirse a lo largo del verano en la Terraza de la Laboral. El precio de la inscripción es de 28 euros, e incluye el taller de cocina, el menú de cada niño y un menú de adulto. Una experiencia en la que "la gente lo pasa muy bien, los pequeños ensuciándose y los padres viendo cómo disfrutan", resumía Hugo Sánchez. Una velada de rechupete.