Gonzalo Gil, experto biólogo, puede reconocer por su canto cada tipo de ave, incluso su sexo y edad aproximada. Ayer tuvo la oportunidad de mostrar estos conocimiento a un grupo de niños en el museo Evaristo Valle. Los chavales, que eran nueve, aprendieron, utilizando prismáticos, a identificar las especies avícolas que habitan el jardín del museo.

"Comencé a observar a las aves cuando tenía cinco o seis años. Después acabé el colegio y estudié biología para especializarme en zoología. Ahora me dedico a dibujar, sobre todo aves, que ha sido siempre mi gran pasión", explica Gil a sus alumnos de este taller.

La iniciativa tuvo trabajo de campo y de sala, a causa del mal tiempo de la mañana de ayer. En una pequeña sala del museo, en la que se encontraban las diferentes herramientas que iban a usar los niños durante la jornada, los chavales pudieron aprender de la experiencia de Gonzalo para saber diferenciar un ave de otro mediante el sonido y la alimentación.

Después, ya cada uno con sus prismáticos, los niños pudieron observar en el jardin a los pájaros para después intentar dibujarlos, aunque esa actividad no pudo realizarse al aire libre por la lluvia caída. Con la ayuda de un libro escritopor el propio Gonzalo, en el que se podían ver distintos dibujos de las especies que este biólogo había observado durante su larga carrera.

"He observado muchas aves y prefiero dibujarlas antes que fotografiarlas. Cuando una se mueve lo que hago es apuntar sus características y completar el dibujo buscando otros apuntes en un libro que tengo en casa", comenta Gil mientras dibuja un mirlo común improvisado bajo la atenta mirada de los niños.

Pese al mal tiempo, la experiencia en el exterior tuvo un curioso visitante: un pollito de corneja que se había escapado del recinto y que los niños pudieron hasta tocarlo con sus manos.

También pudieron observar distintas variedades de nidos recolectados de distintos árboles del jardín, en cajas especiales de madera habilitadas para que las aves aniden en ellas. La sorpresa llegó cuando apareció un nido en unos matorrales.

"Este nido está muy bien hecho, ya que como habéis visto está muy bien camuflado y el agujero es muy pequeño", comenta Gonzalo a sus pequeños alumnos y les anuncia que pertenece a un chochín, una de las especies de menor tamaño de Europa.

Tras estas actividades didácticas, cada uno de los participantes apuntó en su cuaderno semanal todo lo aprendido durante la jornada. Pegaron en las hojas objetos relacionados con su observación ornitológica, como plumas de aves, y sus propios dibujos. Antes de regresar a sus casas, colgaron seis casetas en varios árboles del jardín a la espera de que alguna de las aves anide en un futuro próximo. Así concluyó para ellos una jornada práctica de ornitología.