"Una experiencia para repetir y convencer a toda mi gente cercana para que lo practique". Así resume sus sensaciones, mientras se refresca Encarna Prieto, una recién jubilada madrileña al finalizar dos horas de ascenso de una pared de casi 200 metros sobre vía ferrata (un método de escalada basado en "peldaños" que están incrustados en la pared) en un nuevo complejo de aventura abierto en Puente Vidosa, concejo de Ponga.

La vía ferrata comenzó a usarse en la I Guerra Mundial. En la actualidad, esta técnica tiene un papel bien distinto, el del entretenimiento y deporte de aventura. Y es la primera vez en Asturias que se puede disfrutar de un sistema que permite enfrentarse a montañas innacesibles en escalada convencional.

Llegada la hora de iniciar la subida es indispensable equiparse con un casco, un arnés con mosquetones y una polea, los elementos de seguridad necesarios para iniciar la escalada por una de las siete vías ferratas, en este caso, una de categoría fácil. Aunque tenga esa denominación, no deja de infundir el respeto que merece una pared de unos 200 metros. Apoyándose en los peldaños instalados sobre la roca o en los propios huecos que el paso del tiempo ha dejado en la montaña, mientras el arnés se va enganchando a la cuerda que acompaña en todo momento el recorrido, se avanza, ya sea en vertical o en horizontal, por un itinerario en el que en cualquier momento pueden aparecer una cueva o pequeños caminos con árboles que crecen junto a la piedra. El truco, afirma Jesús Moreno, uno de los monitores, es que "el esfuerzo recaiga sobre las piernas y no sobre los brazos".

Durante la escalada hay tiempo para tomarse un respiro y girarse, dando la espalda a la ladera en alguno de los pequeños miradores improvisados. Supone disfrutar de una panorámica sin parangón: sobre el río Sella a la altura del desfiladero de los Beyos y con un marco incomparable, el que otorga el estar situado entre el Parque Natural de Ponga y el Parque Nacional de los Picos de Europa. "Es increíble disfrutar rodeado de robles, fresnos, hayas, castaños y todos los componentes de un bosque atlántico", apunta Calo Soto, uno de los acompañantes en la ruta.

Tras completar el ascenso, Encarna Prieto, veraneante en Ribadesella y vigilante de seguridad que hasta que llegó su jubilación el pasado noviembre, comenta que "ha sido duro, pero he subido bastante rápido". "Además, ni tengo vértigo ni me ha dado miedo", añade.

El siguiente elemento que aparece en el camino es una pasarela de madera que une dos puntos de la montaña a lo largo de 80 metros. Mientras una cuerda sobre la cabeza sujeta la polea que sale del arnés, el aventurero tiene bajo sus pies 300 metros sobre el río Sella. Para los que no quieren mirar hacia abajo, la cascada de Aguasaliu que brota de la ladera es un ingrediente más de este bello paisaje. También se cruzan puentes con una cuerda como única superficie que pisar, el famoso puente tibetano.

Después de adentrarse en el bosque se inicia el descenso a través de una serie de siete tirolinas, la más larga de casi medio kilómetro, que producen la sensación de ir sentado sobre el vacío mientras se desciende en zigzag entre las montañas. "Las de arriba son más largas y lentas, permiten disfrutar más de las vistas, pero según vas bajando la duración disminuye y la velocidad aumenta", explica Víctor Sánchez, uno de los instructores del campo multiaventura.

Para Gabriel Iglesias, impulsor del proyecto, ha sido difícil conseguir que se haga realidad. "Después de dos años de esperar permisos y casi un año y medio de obra, esperamos que el éxito nos acompañe", dice. Y es que la instalación de todos los componentes del complejo ha sido una ardua tarea: "para los peldaños y cuerdas de las vías ferratas tuvimos que hacer unos 14.000 agujeros sobre la roca caliza, ayudándonos de un taladro especializado y taco químico". Aunque sin duda, la mayor espectacularidad de obra llegó al colocar los puentes y las tirolinas. Roberto Sordo, otro de los monitores comenta que "tuvimos que necesitar la ayuda de drones y helicópteros. Los drones eran controlados desde abajo y llevaban las cuerdas de un lado a otro de la montaña".

Al acabar la bajada, son más de cuatro horas las transcurridas desde la partida. A los pocos minutos, Encarna Prieto pregunta por más rutas de senderismo y espeleología. "He pasado mucho tiempo en oficinas, ahora quiero mirar el mundo desde otra perspectiva". La primera parada de esta intrépida aventurera fue este campo multiaventura, que según los expertos será uno de los referentes de España y Europa.