El Carmín de la Pola entró ayer en una nueva dimensión. Camino de los campos de La Sobatiella, destino final de los miles y miles de personas (se estima una asistencia cercana a las 60.000 personas) que participaron ayer en la llamada "romería de Asturias", volaban los adjetivos: "Un Carmín de récord", "apoteósico", "memorable", "legendario", "el más concurrido", "el más caliente de la historia"...

Precisiones épicas aparte, si por algo destacó este lunes del Carmín fue por ser el más madrugador, con los romeros colonizando La Sobatiella nada más abrirse el prau, y probablemente el más sediento.

El astro rey, que lució como si la Pola fuese una plaza andaluza en vez de la capital del cuarto concejo de Asturias, fue responsable directo de ambas circunstancias: "Llevo toda la vida celebrando la fiesta, y no recuerdo un día que picase tanto. Claro que igual es que me estoy haciendo viejo", afirmaba, durante el desfile, Milio Noval.

Antes del desfile, y esto es novedad, La Sobatiella reclamó su cuota de protagonismo. Una res fugada del Mercado Nacional de Ganados irrumpió en el prau y un vendedor ambulante, en su intento por esquivarla, cayó por un desnivel y se rompió un brazo y una pierna. El chaval acabó en el hospital y la res, pese a su interés por quedarse a la merienda, fue confinada en Vega de Poja para que los romeros comenzasen la sistemática colonización del prau.

En Les Campes, entretanto, las charangas afinaban para el desfile. Pero serían los tambores de "Los Cascaos" los que marcarían el paso de los romeros. "Sed testigos", clamaban los tambores, mientras los romeros se entregaban a la liturgia que lideraba Mario Cañal: bastón arriba, paisano arriba; bastón abajo, paisano abajo; bastón a un lado; paisano a un lado; y ahora una pausa para tomar un culín, que es fiesta.

"Yo creo que hoy batimos el récord de asistencia", afirmaba Enrique Meoro. "Esta es la fiesta de prau más potente de Asturias", añadía Alberto Pacheco, de la charanga Principado. A mitad del desfile los participantes en el desfile ya reclamaban a los vecinos que les tirasen agua. Las reservas de sidra resistían, más que nada porque había líquido para pasar un invierno nuclear. Es lo que tiene la gente de la Pola: a previsores no los gana nadie.

Al llegar al prau, la mitad del desfile hacía la ola aunque nadie se lo pidiese. Tampoco se notaba: en La Sobatiella esperaban miles de personas que padecían el mismo calor y buscaban los mismos remedios. Ya fuesen clientes del "botellón-bus", venerables romeros "de los de toda la vida" o incluso algún adolescente que pasaba por allí y que, también con espíritu previsor, se había dejado el carnet en casa. Para no perderlo.

Porque en La Sobatiella caben todos y vale casi todo. Por algo El Carmín es "la romería de Asturias". La fiesta por la que esperan todos los polesos y miles de forasteros. La tarde que brilla más que el sol. Incluso en días como ayer.