Pedro Queipo se casó con alianzas fundidas con oro del río Navelgas. Es lo que da de sí "batear" (buscar pepitas del dorado metal gracias a una bandeja) por cuencas que albergaban explotaciones auríferas en la época romana. En Tineo, casi todos los vecinos saben que buscando oro en el río Navelgas y sus afluentes uno no hará fortuna, pero sí la hará en experiencias y amigos. Volverán a revivirlo a partir del lunes, cuando esta localidad tinetense albergará el Mundial de bateo de oro.

Pedro Queipo tiene ahora 64 años. Empezó a batear de niño gracias a su vecino, el histórico buscador de oro Enrique Sanfiz. Con él aprendió a manejar con soltura esa especie de bandeja llamada batea. Para iniciarse en el bateo basta tener una pala con plancha de hierro y esta peculiar bandeja de fibra o chapa que hoy en día se puede comprar a través de internet o en algún almacén de Tineo.

La tarea es fácil, pero no siempre resulta exitosa. Por orden. Hay que buscar un tramo de río que permita adentrarse a la altura de las rodillas, recoger arena y piedras con una pala, depositar este material en la batea y mover la peculiar bandeja primero de un lado a otro, después en círculo y después de arriba abajo. El secreto está en tener una pizca de paciencia y, sobre todo, destreza suficiente para que el dorado metal decante y llegue al fondo de la batea mientras el resto del material menos pesado vuelve al río.

Dice Pedro Queipo que muchas cuencas españolas tienen oro. "Lo que ocurre es que nadie lo busca porque sólo se encuentran minucias". En el río Segre "curiosamente muchos vecinos nos decían que allí no había oro". Pero él lo encontró.

Este experto buscador da un "consejo de oro" para los principiantes en el bateo: no tener miedo a mover la batea con fuerza porque el oro pesa diecinueve veces más que el agua y "seis o siete" más que la arena. "Siempre se queda en el fondo", asegura Queipo.

1. Buscar el material

Gracias a una pala, el bateador se deshace de los 30 o 40 primeros centímetros de piedras grandes y otros materiales de la superficie del río. Después cava otros 40 y deposita el material que extrae en una batea. Un experto batea unos 20 kilogramos en tres minutos.

2. Los primeros movimientos

El bateador lava la batea en el río con el fin de separar el oro de otros materiales. En la primera

fase, la peculiar bandeja se ha de mover de izquierda a derecha o viceversa, con fuerza. En la segunda fase, la batea se debe mover en círculos. Después, de arriba abajo, "haciendo una ola".

3. Dejar sólo la arena y el oro

Si todo va bien, en el fondo de la batea se empieza a concentrar arena, pequeñas piedras y el oro. En este momento hay que estar atento. Si hay oro, se puede percibir el destello de las pepitas.

4. Las pepitas, en el fondo

No siempre se encuentra oro. Si en el material que se busca hay alguna diminuta pepita, se queda en el fondo o en los laterales de la batea. Estas piezas tan pequeñas se retiran con un dedo que antes se moja en saliva. "Es la única forma de que no se caiga", dice, riendo, Pedro Queipo.

5. Guardar en un tubo

Las pepitas se suelen guardar en un tubo de laboratorio lleno de agua para aumentar su dimensión real y que los interesados puedan distinguirlas. En la fotografía aparecen 114 pepitas de oro que Pedro Queipo encontró en el río Navelgas. Juntas pesan un gramo. No es lo habitual, pero este río dio a Queipo una pepita de 5,5 gramos. Hace más de una década apareció otra de 28 gramos.