El novelista César Mallorquí (Barcelona, 1953) acaba de recibir el premio "Cervantes chico" de novela juvenil. El escritor, que es hijo de una leyenda de la literatura de quiosco: José Mallorquí, el creador de "El Coyote", participa en Avilés estos días en la cuarta edición del Festival Celsius 232 de literatura fantástica, ciencia ficción y de terror.

-Enhorabuena.

-Gracias.

-De todos los premios que tiene, ¿éste es el más importante de todos?

-Es que ya no hay más en España. Gané el Nacional hace un par de años, ahora me dan el "Cervantes chico"...

-Queda el "Cervantes" grande.

-Es verdad. A por él.

-¿Qué suponen estos galardones?

-Empecé mi carrera ganando premios de editoriales. Son un acelerador de las carreras, pero, bueno, cuando ya la tienes formada, pues no tanto. Siempre digo que los escritores somos caballos de carreras que compiten solos en hipódromos vacíos. Este es un oficio muy solitario, mientras estás escribiendo nadie te jalea, mientras estás escribiendo nadie te dice "bien, bravo, uhhh..." Cuando acabas de correr y estás sudando siempre viene bien que alguien se acerque a ti y te acaricie el lomo y te dé un terroncito de azúcar. Bueno, pues eso son los premios.

-¿La ciencia ficción ya no es un género popular?

-Se hacen barreras ficticias, compartimientos estancos. Tengo dos mundos claros: los jóvenes y los de la ciencia ficción. A veces se intercomunican, pero, a veces, no. Para unos soy un autor de literatura juvenil y, para otros, de fantasía y ciencia ficción. ¿No podríais considerarme un escritor a secas? Escriba lo que escriba. He escrito policíaco, fuera de género. Pienso que esto se debe a la compartimentación de la cultura, que le decía antes.

-¿Y quién tiene la culpa?

-Todos: los escritores, los críticos, los lectores, los libreros... Todos contribuimos a que no esa comunicación entre los géneros no se abra. Hasta hace muy poco, la literatura de género ni existía.

-¿Y por qué?

-Estoy convencido que por elitismo cultural. Entre los lectores se da una serie de niveles como en el ejército. Si soy capaz de leerme el "Ulysses", de Joyce, en un fin de semana, es porque soy un lector fetén. Si lo que haces es leerte las "Crónicas marcianas", de Ray Bradbury, es porque eres un lectorcillo. Yo sé que muchas de mis novelas juveniles tienen más ventas que las de muchísimos escritores muy conocidos con todas sus obras juntas. Jordi Serra i Fabra vende más que todos nosotros juntos.

-¿El género popular se ha convertido en un género de elites?

-Sí. También hay elites entre los distintos lectores, pero eso me parece rídiculo. Leer es para disfrutar, no para colgarte las medallas.

-¿Por qué se inclinó por la ciencia ficción?

-Creo que la ciencia ficción me escogió a mí y no al contrario. Mi padre, José Mallorquí, promocionó, editó y escribió la primera colección de ciencia ficción que hubo en España. Tenía aquellas novelas en casa. Mi hermano mayor también era un aficionado a este tipo de literatura. Empecé a leer ciencia ficción con doce años.

-Lector de ciencia ficción y periodista en los años mozos. Fantasía y realidad.

-Desde luego. La de ser periodista fue una de las decisiones más tontas de mi vida. Mi padre era escritor, uno de mis hermanos estaba haciendo sus primeros pinitos como escritor. ¿Yo también voy a ser escritor? ¿Qué familia tan pesada? ¿Qué trabajo me podía dar una cierta estabildad? Pues el periodismo, pero me quité muy pronto de ello.

-¿Cómo eran las cenas de Navidad con tanto Mallorquí dedicado a la literatura?

-Mi casa era muy peculiar. Mis padres eran raros. Tenga en cuenta que mi padre era el escritor más famoso de España. Pero luego lo normal: peleas entre hermanos.