Un año más, y con este ya son 21, la tradicional reunión de scooters, "Scootercruzada", volvió a ser una de las actividades estrellas en la que fue la penúltima jornada del Euroyeyé. Finalmente, la concentración no se produjo en la Plaza Seis de Agosto, como estaba previsto, sino que se trasladó- vía Facebook- a la explanada situada junto al restaurante "Blow Up Playa".

Esta circunstancia no fue impedimento para que un gran número de curiosos no quisiera perderse la ocasión de ver, fotografiar y tocar más de un centenar de vespas y lambrettas venidas de todos los puntos de España.

La noche anterior, amenizada por la ilustre Betty Harris en la plaza Mayor y por los "Allnighter" en la célebre discoteca Dragón, había sido larga y los "yeyés", quizá por aquello de no perder la costumbre, se hicieron de rogar.

Poco a poco, el incesante ruido , el color de las scooters más clásicas y el diseño de los cascos de sus conductores fueron tomando protagonismo bajo un sol de castigo. A pesar de su tardanza, los "mod" parecían tener prisa por irse y para disgusto de los presentes enseguida hicieron rugir los motores. Su destino, el restaurante gijonés "La Casería". Allí, cogieron fuerzas antes de emprender una amplia ruta que les llevó por el cejo de Siero y en la que no faltaron los premios y el sorteo de regalos.

"Es una pasada", declaró Ricardo Martínez, poco antes de partir. Llegado de Salinas, pero residente en Oviedo, se declaró "fan de la concentración". "Las vamos arreglando nosotros", confesó sobre el mantenimiento de las motos.

A su lado, se encontraba Bernardo Vives, todo un veterano del festival mod. "Creo que he venido a todas las ediciones. No recuerdo a la última a la que falté", comentó este otro "yeyé". "Tengo cuatro vespas. Dos para carretera y dos para circuito. Compito con ellas y las utilizo también para asistir a todos los eventos. Lo mejor de ellas es que ninguna es igual. Todas tienen su toque personal. Puedes encontrarte con verdaderas bellezas", manifestó.

"Es una gran ocasión para juntarnos y disfrutar de esta forma de vida", opinó Fernando Castroviejo.

Pocos minutos después de las doce de la mañana, las vespas y lambrettas comenzaron a salir disparadas ante la atenta mirada de nuevos curiosos que se fueron acercando al lugar alertados por la inesperada concentración. "La verdad que son unas reliquias y da gusto verlas; sobre todo así, todas juntas. El año pasado no pude venir a verlas, así que ahora me quitó la espina" declaró Sabino Fernández, al paso de las scooters, que una vez más volvieron a justificar el porqué son una de las tres concentraciones de motocicletas clásicas más concurridas del país. Y es que la "scootercruzada" se ha convertido en todo un icono del verano gijonés.