Y de pronto el ingenio ascendió a los cielos en un día soleado y apacible. Las cuatro hélices giraban a velocidad de vértigo al son inconfundible de otros tantos abejorros. El piloto lo hacía subir lentamente comprobando la velocidad y dirección del viento hasta que el Parrot-1080-P alcanzó la cima de la Colegiata de Teverga y se iba perdiendo en la distancia. El Parrot cumplía a la perfección el programa del piloto. Varias vueltas alrededor de la Colegiata con fotografías y vídeos de alta resolución. Tan pronto eran los tejados del claustro y los del templo, como una panorámica de la peña Sobia o del cordal de La Mesa, Las Ubiñas y Santa Marta.

A la salida de la misa dominical la gente miraba al cielo en busca del dron que con sus colores amarillos resultaba a veces fácil de detectar. Terminado el trabajo, el artefacto comenzó la bajada lentamente hasta posarse como una pluma al lado de "La Chabola", en La Plaza. El piloto mostró a los más interesados algunas secuencias ante las que quedaron gratamente sorprendidos. El día anterior había hecho lo propio en la explanada del colegio aprovechando las luces vespertinas del sol apagándose en Sobia. El piloto prometió volver para capturar imágenes inéditas de la cascada de Los Xiblos, de los Abrigos de Fresnedo, los desfiladeros de Estrechura, Covarrubia y Valdecerezales y algunas cuevas cuyo acceso resulta muy difícil.

Íñigo Sainz -el manipulador del artefacto- es ingeniero informático y aunque nacido en Madrid trabaja como diseñador de proyectos en Toulouse (Francia). Vinculado a Teverga desde la infancia (su abuela paterna nació en Entrago), se acerca cada vez que su trabajo se lo permite.