El mercado de la música lleva años demostrando su volatilidad; nada es estable ni seguro y el éxito parece muchas veces depender más de una lotería que del talento, el trabajo y la constancia. Sin embargo, hay figuras que contradicen estos tópicos con una carrera en constante evolución y marcada por los éxitos. Alejandro Sanz, que esta noche actúa en Gijón, es sin duda un buen ejemplo: más de 25 años de éxito, público de todas las edades y una transición del pop adolescente a la "worldmusic" latina avalan una trayectoria que este madrileño ha forjado a base de composiciones propias, canciones bien construidas que le avalan no sólo como cantante, sino también como compositor y productor. Y es que, a estas alturas, quien ponga en cuestión el buen hacer de este músico es que probablemente no se haya parado a escucharlo.

No se puede negar que ha estado bien asesorado y apoyado desde sus inicios con sellos multinacionales y figuras como Miguel Ángel Arenas "Capi", quien ejerció como coproductor de sus discos en los años noventa; de los escarceos con el "acidhouse" bajo el nombre de "Alejandro Magno" pasó al "Viviendo deprisa" (1991), su primer gran éxito multitudinario que marcó a toda una generación con las baladas románticas. Con este disco había tenido su golpe de suerte y ahora le tocaba demostrar que no era flor de un día y seguir creciendo para afianzarse. Lo hizo con "Si tú me miras" (1993), en el que colaboró Paco de Lucía, y "Alejandro Sanz 3" (1995), en el que ya se podía intuir lo que iba a suceder con sus siguientes trabajos. Por un lado, este músico seguía haciéndose un hueco en las radios a base de canciones, que poco a poco iban mejorando y haciéndose más ricas en matices. Por otro, Sanz comenzaba una proyección internacional que le llevaría al "crossover" de finales de los noventa, cuando con discos como "Más" (1997) o "El alma al aire" (2000) se convertía en artista latino, y todo en un momento en el que este fenómeno estaba explotando a nivel internacional.

Los temas comenzaron a llenarse de percusiones y vientos caribeños y la imagen del artista también supo explotar los tópicos de lo español sin caer en excesos kitsch. Esta transformación llegó en el momento oportuno, con un Sanz maduro en la composición que supo asimilar nuevos lenguajes sin perder el tirón que siempre han tenido sus canciones. Fue la consagración de este músico y su puerta a la meca del negocio musical; DestinyChild, Alicia Keys, "TheCorrs" son algunas de las estrellas con las que ha colaborado, su música y su imagen también se hicieron más anglosajonas a partir de "No es lo mismo" (2003).

Ahora lanza "Sirope" (2015), el álbum que le trae a Gijón mañana jueves dentro de su gira nacional. Se trata de un disco sin sorpresas, sin giros en cuanto estilo; es más bien lo que se puede esperar del Alejandro Sanz de los últimos años: pop, rock, algo de funk y un "toque" flamenco o aflamencado. Es el décimo disco de estudio, y en este decálogo se puede leer la trayectoria de su éxito; ha sabido mezclar los ingredientes adecuados en el momento oportuno, y queda claro que no ha sido por casualidad.