Arriondas y Ribadesella están de fiesta y se nota. La inminente celebración del Descenso Internacional del Sella atrajo a lo largo de todo el día de ayer a cientos de personas deseosas de pasárselo bien y vivir una tradición que mañana cumple 79 años. Las acampadas de ambas villas fueron ayer el epicentro de la actividad "sellera", con miles de personas montando tiendas, trasladando provisiones y saboreando los primeros momentos de las Piraguas.

Para antes del mediodía la acampada del prau San Juan, en Ribadesella, ya estaba al 75 por ciento de ocupación, aproximadamente. En este espacio caben 3.000 personas y en La Mediana, la otra zona habilitada para campamento, unas 10.000. Entre los campistas hay novatos y otros muy experimentados, como es el caso de Óscar Carces y sus nueve amigos, venidos de Avilés, Granada, Toledo y Gijón. Carces vive con este su octavo Sella y es todo un especialista de la logística necesaria. "Empezamos con cuatro tiendas, luego trajimos sillas y mesas, la jaima y el generador, que compramos el año pasado y se ha roto", lamentó el "sellero", sin perder el sentido del humor. Este grupo es de los que antes acampaba en el Malecón, una zona suprimida por el Ayuntamiento. "Me gustaba mucho más aquella zona porque tienes la playa cerca, pero también entiendo que para los vecinos sea una molestia. Al final estamos mejor aquí, pero molaba más aquello", concluyó. También los riojanos Rodrigo de Santiago y sus amigos preferían el camping de El Malecón "por la cercanía de la playa y de todo", pero este no fue motivo para que no afrontasen la fiesta con ilusión e incluso trajeran una tienda de campaña de mayores dimensiones para estar más confortables. En la villa riosellana también se palpaban ayer los preparativos y los nervios típicos de la fiesta, mezclados con alguna "resaca" tras el concierto de "La Guardia" el día anterior. Los operarios colocaron los urinarios y baños químicos en diferentes puntos del casco urbano y los típicos adornos "selleros" engalanaron, aún más, comercios y restaurantes. También los balcones lucían banderas y hasta la fachada del Ayuntamiento se adornó con un gigantesco collar rojo y dos pañuelos, cedidos por la asociación "Entaína Ribeseya".

En Arriondas destaca el buen ambiente que se respira en las calles, donde los primeros "selleros" llegaron a primera hora de la mañana de ayer. Fue el caso de la madrileña Debora Galán, de 25 años, primera en instalar su canadiense en el parque de la Concordia, único lugar habilitado para la acampada en Arriondas. "Es la cuarta vez que vengo y me decanté por Arriondas en vez de por Ribadesella porque aquí no hay que pagar por acampar y la ubicación es excelente", explicó. No viene sola. La acompaña, por primera vez su hijo Alexis Galán, de 6 años y su madre Sole López. Los tres se quedarán hasta el domingo. "Me animé a venir porque mi hija me dijo que el momento de la salida del Descenso es muy emocionante. Nosotros también bajaremos el Sella en canoa", apuntó López. Muy cerca, montaban su tienda Ana Jesús Peco y su hija Laura Castillo, también madrileñas. "Se nos olvidaron los clavos, tendremos que ir a la ferretería", explicaron, sin perder el buen humor. "Lo que nos ahorramos en la acampada lo gastaremos comiendo una buena fabada", aseguró Castillo, que conoció el año pasado la fiesta de las Piraguas y no dudó en repetir.

Pero la acampada no es sólo cosa de visitantes. Los parragueses Adriano Rodríguez, Marco Storup y Sergio López también madrugaron para hacerse con la parcela más codiciada: la situada junto al hórreo de la Concordia. "Así si llueve tenemos refugio", apuntaron los jóvenes, que venían "como avanzadilla" de un grupo de quince personas para montar toldos y tiendas antes del concierto de "Desakato", uno de sus grupos favoritos. La comida ligera y la cerveza fría forma parte del kit de supervivencia de estos selleros que no se pierden las Piraguas "por nada del mundo".