La Villa Blanca se vistió de mil colores para festejar, en pleno estío, un Carnaval. Se trata del primero de estas características que acoge la capital valdesana, y a tenor de las impresiones que ha dejado la jornada festiva, no será el último. Desde el comienzo de la celebración, a las ocho de la tarde, hasta bien entrada la madrugada, cientos de personas se sumergieron en la magia de los Carnavales, pero esta vez con la ventaja de las más que agradables temperaturas que dominaron durante toda la velada, bien distintas del frío invernal.

El buen tiempo, y la novedad que supuso la cita, lanzó a los luarqueses a la calle, en su mayoría ataviados con los más diversos disfraces. No obstante, el estreno de una fiesta de máscaras en pleno agosto pilló a muchos con el pie cambiado. Sobre todo a aquellos que arriban a la villa en agosto. Y todo a pesar del esfuerzo de la organización, a cargo del colectivo "Sardina Carnavalera", que no escatimó recursos en anunciarlo a diestro y siniestro.

Sin embargo, la improvisación funcionó, y nada fue óbice para vivir una fiesta que amenaza con convertirse en fija dentro del apretado calendario valdesano. La actividad se repartió por las céntricas calles de la capital del municipio, siendo los bares y establecimientos hoteleros las paradas obligatorias de aquellos que se apuntaron al concurso. Y es que tras la barra, los camareros se convirtieron en improvisados jueces, que ofrecieron su dictamen sobre todos y cada uno de los disfraces. De sus votaciones surgieron los vencedores de la noche, que se repartieron vales para consumir en la treintena de establecimientos adheridos: 220 euros para grupos, 160 para parejas y 80 en la modalidad individual.

"Ha sido una maravilla. La gente se lo ha trabajado mucho, y hemos podido ver disfraces maravillosos", apunta Carmen Moyano, feliz y satisfecha de ver cómo esta apuesta de la nueva junta directiva de "Sardina Carnavalera", que dirige, ha sido ganadora. La variedad habla por sí sola: personajes de cuento y dibujos animados, carrozas de fantasía, camareras "pin-up", latas de Cola-Cao cantarinas, y mil y un personajes más, que no se quisieron perder esta nueva ilusión.

La charanga, a entender de Moyano, fue otro de los factores clave que convirtieron la cita en un triunfo. "Llevaron a la gente en volandas a los bares, animando sin parar", elogia. Y el carácter familiar supuso la participación "tanto de los niños, como de los padres y abuelos, todos muy animados", reconoce Moyano.

El conjunto vencedor en la categoría de equipos iba disfrazado de hawaianas, la pareja galardonada eran dos romanos y en categoría individual se llevó el premio Almudena Campa, con una recreación aterradora y al detalle de la pequeña de la familia Adams. "Los premios serán para consumir en la villa, lo que genera un doble beneficio en la comarca", incide la presidenta del colectivo organizador.

Las sensaciones son tan buenas que no se duda de que el próximo verano habrá que volver a disfrazarse en Luarca. De hecho, Moyano asegura que fueron numerosas las personas que pidieron que poco a poco se vayan introduciendo elementos típicos del otro Carnaval, el de invierno, como son los pasacalles y los grupos y carrozas, para darle más vistosidad al evento. Incluso se sopesa ligarlo a otras actividades dentro del calendario "timoteíno", uniendo así el trabajo de varios colectivos. "Nos queda un año para trabajar y ponerlo de nuevo en marcha", considera Moyano.

Por lo pronto, la asociación "Sardina Carnavalera" se marca una nueva meta: la fiesta del último día de octubre, Halloween. A la típica decoración de calabazas, lectura de libros de terror y fiestas infantiles añadirán, según apunta Moyano, varios concursos de disfraces, para mantener viva en la villa luarquesa la llama del Carnaval, sea el mes que sea, y haga el tiempo que haga.