Pedía Cayetano respeto en la red social Twitter. Casi seguro por los hasta ahora indemnes mensajes de deseos de muerte a su convaleciente hermano por la terrible cogida en Huesca. Cayetano hizo saber, caída la noche del miércoles, y también en la misma plataforma digital, que no cumpliría con su cita en El Bibio aquejado de un dolor en un dedo de la mano. Cayetano dijo no a Gijón. Y Gijón le respondió gracias con una buena respuesta de público a la quinta de abono donde se anunciaba un casi desconocido Alberto López Simón que además de dignificar el traje de luces, que no debería enfundarse cualquiera, torea. Y lo demostrado esta temporada en puertos de montaña como Las Ventas o Pamplona lo reprodujo en El Bibio a la escala que permitió su lote de Puerto de San Lorenzo. Un torero que ha tenido que estar en el banquillo varias temporadas por falta de oportunidades. No fue un camino fácil. Pinta mejor porque enlaza triunfos cada tarde pero aún hay mucho falto de fe por convencer. Imagínense apellidándose López y no Rivera.

"Veni, vidi, vici" es el lema de Alberto López Simón este año. Con sus argumentos y siempre sobreponiéndose a los inconvenientes. No es fácil torear todas las tardes con figuras pero menos aún mojarles la oreja como sucedió en El Bibio. Sorteó un lote manso hasta el aburrimiento de Puerto de San Lorenzo. Le cortó una oreja al que hizo tercero, el único que sacó un buen fondo en la muleta a pesar de indicar su condición de manso antes del tercio de banderillas que López Simón pidió concluir tras clavar cuatro palos. Comenzó en el centro del ruedo, a pies juntos con media docena más la propina de ayudados por alto. El toro repetía por abajo siempre y cuando no le dejara ni un solo hueco por el que escapar e ir a ver los fuegos y López Simón no le despegó la muleta del hocico. Así logró enlazar las tandas de buena acogida en los tendidos. Se descalzó para andar más cómodo y en los aledaños del tendido 11 se metió entre los pitones para pasárselo muy cerca e incluso cambiarle al pitón contrario por la espalda. Su valentía tuvo un trofeo como recompensa. Pero aquí somos de casa grande. Y puestos a ayudar a un chaval dispuesto, entregado, que despierta simpatía por ser nuevo y llegar de sorpresa no hay quien nos gane. Y ojo, sin quitar ni un ápice de mérito a su puerta grande. Para nada.

Cortó las dos orejas al que cerró plaza. Un sobrero del mismo hierro que sustituyó a su hermano, descordado tras el contacto con el peto del varilarguero, y al que saludó a la verónica con posterior dúo de chicuelas. A éste por precaución le pegaron poco con la puya. Y repitió petición de cambio de tercio en banderillas. Y así brindó al público. López Simón quería la llave de la puerta grande y le dieron hasta el llavero. Volvió a destacar el valor y la firmeza. Muy asentado y otra vez con los pitones colindando con su cintura. La casta que le faltó al de Puerto de San Lorenzo la puso López Simón, que la tiene a raudales. Con la pierna adelantada reeditó los circulares invertidos como nueva muestra de gallardía. Lo exprimió por ambos pitones hasta que sonó el aviso antes de irse a por la espada. Y no se hizo largo. Se fue baja la espada pero Gijón, agradecida y cariñosa, estaba con él. Y oigan, puesto a dar de más, qué mejor que a quien lo necesita de verdad y que se entrega sin mentiras en el ruedo.

Alejandro Talavante, quien recibió un brindis de su compañero de terna, no le pudo acompañar en hombros. Destacó en los ayudados por bajo, flexional, en el primero de su lote y dos tandas como la seda por el izquierdo. Talavante tiene la virtud de torear como si fuera de salón también delante del toro. Aprovechó la aquerenciada embestida del toro para hilvanar faena que luego malogró a espadas. Cortó una oreja al quinto que en solidaridad con sus hermanos también resultó manso. Faena de idas y venidas. Un templado final con ayudados por abajo sirvieron para animar de nuevo a un público que tres tandas antes se había rajado junto al toro.

También logró salir en hombros Diego Ventura, que sin ser su mejor tarde en El Bibio regaló momentos de gran interés como el toreo de costado sobre "Romeo" y un quiebro en la misma cara del primero de Capea a lomos de "Maño". Con el mazacote cuarto, de embestida descompuesta vivió un momento de apuro cuando se disponía a clavar un par a dos manos, dirigiendo la montura con las piernas. El toro lo empotró contra las tablas del tendido 4 a él y a su caballo "Remate", afortunadamente sin consecuencias. Bueno sí, las dos orejas para irse en hombros.