Sexta de Feria de Begoña: Una corrida de verdad. Se aliaron los dioses y esta vez las cinco orejas responden a la justicia. Con el añadido de la grata sorpresa de las reses de "Adolfo Martín Andrés", una ganadería inédita en El Bibio. Homogénea de romana y pelaje, cárdeno, bien presentada, muy del tipo de Santa Coloma. Dieron buen juego, pese a que alguno acusó flojedad. El cuarto y el quinto porfiaron bien en la embestida, y el segundo bizqueaba del pitón izquierdo. Pero ojalá vuelvan.

Tarde cálida, tres cuartos de entrada pese a ser el día de Begoña y en los balconcillos del 11 lucieron las mantillas blancas de las chicas de la "Peña Miguel Ángel Perera".

Fernando Robleño, en su segunda tarde en El Bibio, toreó muy bien por la izquierda y la derecha, logrando una justa oreja. En el cuarto de la tarde tuvo más problemas, viéndose obligado a porfiar en el envite, pero hizo su faena y mató de un volapié. Recibió un aviso y una oreja muy trabajada. Con todo ello, es un torero que aún admitiendo sus virtudes no logra emocionarme. Ah, la gracia... Esa si que la dan los dioses.

Tengo mala suerte con Miguel Ángel Perera; nunca he logrado verlo en una de esas tardes redondas que dicen que tiene. Y mira que ha visitado El Bibio. Ayer volvió a adolecer de frialdad o desgana. Bien de capa en su primero, incluso nos regaló un precioso quite, pero con la muleta no logró ligar un faena completa. Tras un pinchazo sin soltar, logró media estocada que hubo de precisar el verduguillo. En el quinto de la tarde mejoró. Tras un desplante, como respuesta al reproche de un aficionada, realizó una buena faena no especialmente ligada. Mató bien, pero creo que se le puede exigir más. Una oreja, pero sigo sin verlo.

José Garrido, nuevo en la plaza, logró las mejores verónicas de lo que va de feria, en sus dos toros. A sus veintiún años ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad. Maneja perfectamente la muleta con las dos manos, es valiente. Su tanda de naturales en su segundo resultó primorosa. Fue taxativo con la espada y la muerte no se hizo de rogar. Otra oreja que le abriría la Puerta Grande.