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El Tinder abre sus puertas

Las aplicaciones que sustituyen a los bares

Una usuaria, utilizando el Tinder. josé luis fernández

Decía la campaña publicitaria de una conocida marca de refrescos que "la red social más grande del mundo se llama bar". Siento disentir. El nacimiento de aplicaciones como "Tinder" ha dado un vuelco completo a la realidad. Internet ha convertido nuestro móvil en una suerte de barra virtual en la que no hace falta invitar para caer en gracia. Basta con un "hola" para iniciar una conversación. Es el paraíso de los tímidos, de los que no se atreven a dar el primer paso o de los que necesitan tres cervezas y un chupito antes de coger fuerzas para acercarse a un individuo del sexo contrario. Decía ayer una sexóloga en las páginas de este periódico que este tipo de aplicaciones, que ya tienen millones de usuarios en España aunque muchos de ellos lo oculten, han tumbado los mitos acerca de ligar en internet. Y que no hay nada de malo en conocer gente nueva sea de donde sea. Rechazar es incluso más fácil que en la vida real. No hace falta dar una excusas más o menos plausibles. Basta con deslizar el dedo por la "x" del bloqueo y ya está, conversación acabada. Además, internet se ha extendido y ya no tiene sentido mentir. Eso no significa que no haya que tener cuidado con quién o quienes pueden ver nuestra foto, nuestros datos personales y hasta la distancia a la que estamos. Hemos renunciado a parte de nuestra intimidad buscando la comprensión y el afecto de extraños que a veces no son -ni serán nunca- nada más que un dedo en un teclado que escucha y hasta da consejos. Para que luego digan que las redes sociales no son humanas. Bienvenidos al nuevo bar, el Tinder.

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