Lo tenía todo preparado. Lo juro. Aprovechando que el Aquasella no coincide por primera vez en su historia con el Descenso Internacional del Sella ya tenía todo listo para vibrar este fin de semana entre miles de personas sudorosas al ritmo de los mejores dj del mundo mundial. Carl Cox, Nic Fanciulli, Richie Hawtin en la pequeña localidad canguesa de Coviella... Flipa. Hasta un mapa con el mejor sitio para colocar la tienda de campaña tenía. Ese lugar en el que estás lo suficientemente lejos del escenario como para no quedarte sorda y suficientemente cerca como para no tener que sortear un ejército de zombies a lo "The walking dead" de la que vuelves a echar la siesta. Ese sitio en el que no te tragas el tufillo de los baños pero si sientes la llamada de la selva en dos minutinos ya estás liberando rehenes. Ya me entendéis. Crema, nevera, sombrilla. El kit completo tenía. Hasta estuve a punto de gestionar un seguro a todo riesgo. Por lo que pudiera pasar. S e lo comenté a mi abuela y todo. Su respuesta me dejó fría. Si no fuera porque las entradas me costaron un ojo de la cara, las hubiera devuelto y todo: "Para qué pagas tanto por la dichosa entrada al macrofestival ese techno si yo que estoy medio sorda lo escucho gratis y perfectamente desde casa que vivo a más de 50 kilómetros y sin aguantar tanto barullo", me dijo. "En mis tiempos no hacían falta tantos decibelios para echar un buen baile", concluyó. Si mio güela lo diz...
