El sol no es lo único que brilla en la playa de Poniente. También lo hacen los ojos de muchos que hasta ahora tenían problemas para utilizar este espacio público. La mañana del 1 de julio muchas ilusiones cobraron vida al inaugurarse un equipamiento exclusivo para discapacitados en esta playa gijonesa.

Las vacaciones de Covadonga Álvarez son mucho más especiales este año. Esta profesora de la Universidad Complutense de Madrid de 41 años sufre una esclerosis por la cual ha visto reducida su movilidad pero su fuerza la empuja a luchar y a no perder su sonrisa. "Aquí me quedo", expresa haciendo alusión al buen trato y las facilidades de las que disfruta en Poniente. Acompañada de sus padres y de los monitores se prepara para darse un baño en una de las sillas anfibias de las que disponen en el equipamiento. "Un amigo de mis padres me comentó que en esta playa habían instalado un equipo para discapacitados y, cómo siempre me he visto limitada para visitar otras costas, este verano estoy encantada", cuenta.

No es la única. José Antonio Díaz sufre una hidrocefalia desde que era pequeño. Pero eso no le impide disfrutar de la playa. Al menos en Gijón. Mientras lo sacan del agua saluda feliz. Este hombre natural de Ibias aunque residente en Gijón siempre se acercaba al arenal gijonés para tomar el sol, pero este año, como comenta su hermana Isabel Díaz, "es genial que tenga la posibilidad incluso de bañarse". "Estoy muy contento de poder meterme en el agua", señala el ibiense mientras sonríe. "Todos los días que podemos venimos a la playa, es estupendo poder hacerlo", añade por su parte el ovetense Andrés Menéndez, que sufre una hemiplejía desde la infancia.

Pero Poniente también es para niños. "Dani tiene un problema motor y estoy muy contento y aliviado con que pueda disfrutar como otros jóvenes de un día de verano", relata Miguel Pinto, holandés y padre de Miguel Pinto de 16 años que padece esclerosis. "Le gusta venir a la playa porque hay muy buen ambiente", cuenta el padre mientras mira hacia su hijo tumbado en una hamaca aprovechando los rayos de sol que lucían ayer en la costa gijonesa.

Los servicios de apoyo a discapacitados funcionan gracias al trabajo de varios empleados. Belén Fernández es una de las personas que realiza esta labor. Asegura que lo mejor "es ver que la gente te lo agradece infinitamente". La gijonesa asegura que un día "a un hombre que venía con una pierna amputada lo metimos en el agua y su cara de felicidad fue indescriptible". "Eso me llena, es precioso", apunta mientras a su lado Luisa Álvarez escucha sentada en su silla de ruedas. Su historia es diferente. "De un mes para acá le fallaron las fuerzas y ya dejó de andar" , cuenta su cuidadora. La mujer, de 88 años, sufre una demencia senil que provocó que progresivamente perdiera la capacidad para realizar actividades de la vida diaria.

El equipamiento social instalado en Poniente dispone de servicios adaptados, vestuarios taquillas, una grúa, muletas y sillas anfibias. La trabajadora social Laura Suárez afirma que ya cuentan con "en torno a 150 usuarios habituales". "Somos tres trabajadores y cuando los grupos grandes reservan nos ayudan otras dos personas de apoyo" manifiesta. Entre las personas a las que ayudan se encuentra también el luarqués vecino de Gijón Antonio Fernández. "Nunca había podido venir a la playa porque estaba limitado, con este nuevo equipamiento puedo disfrutar como los demás", asegura acompañado de su esposa Amor Estébanez y de su hijo Esteban Fernández. "Hace 32 años que me operaron de las dos caderas, iba con muletas pero hace un año me quedé inválido", afirma. Ahora ya tiene playa.