La lluvia tiene afán de protagonismo. Y anoche más. Al cierre de esta edición, sólo las gotas sonaban en el parque del Muelle, la sede del tradicional Festival La Mar de Ruido. Béznar Arias, el director de la fiesta, contemplaba desierto un parque centenario, oscuro y pluvioso. Su intención no era la de suspender, pero sobre esta posibilidad discutían las autoridades, aunque al cierre de esta edición la concejala de Eventos no había decidido si dar el "placet" a la celebración del festejo. Mientras tanto, Javi y "Los Paramétricos" aguardaban en el "backstage" a que escampara.

Todos los ojos se iban a la aplicaciones meteorológicas de los móviles. A las once de ayer había un 50 por ciento de posibilidades de que continuase la tormenta que se había desatado al inicio de la noche. Si la sesión "heavy" fue imparable, el inicio de la de rock quedó entre paréntesis. Y, pese a ello, más de medio centenar de personas se había acercado al parque del Muelle a participar de un jolgorio que tenía todos los ingredientes para el subidón: los legendarios Alejo Stivel y "Nacha Pop" precedidos por los gijoneses más fiesteros de todos. Javi y "Los Paramétricos" tenían el peso de la celebración sobre sus hombros. En una noche más que peor.

La noche de ayer tenía que haber sido perfecta, pero hubo una intrusión meteorológica. El escenario levantado por el arquitecto antiguo Federico Ureña, el modernista de hace más de un siglo, ha sido testigo de todo. "Es la épica del rock", bromeó Béznar Arias, el director de La Mar de Ruido, antes de que comenzara la fiesta. Previamente, Alejo Stivel, la banda de Nacho García Vega y los veteranos de Gijón lo dieron todo a la hora de las pruebas. "Nacha Pop" tocó "Chica de ayer" para la decena de viandantes que a media tarde descubrieron el prólogo de una fiesta que se preveía esplendorosa.

Stivel atendió a LA NUEVA ESPAÑA para hablar de su profesión como productor musical. El cantante aseguró haber trabajado en más de doscientos discos. "Se reían de mí mis compañeros porque a mí me gusta todo tipo de música. Tengo oído de espectador", confesó antes de marchar a descansar, ants de que comenzara la lluvia.

Un rato después fue el turno de García Vega, encantado de regresar a Asturias y midiendo la distancia hasta el público. "La vamos a salvar", aseguró. A media tarde, sin embargo, nadie miraba el cielo.